Bety o Graciela, como mejor es conocida en la zona, es una vecina de Villa La Bolsa que lleva en su haber una de las innovaciones gastronómicas más importantes de la provincia. Se trata de los alfajores de peperina llamados “Ñuke Quila“.
Permitiéndose y fomentando sus raíces, Ñuke proviene del idioma mapuche y significa en su traducción, abuela y Quila, es parte del apellido de Graciela, reivindicando no sólo su historia familiar, en cuanto a descendencia mapuche y un poco tehuelche, sino también “una tradición de mujeres muy trabajadoras, y de mi humilde parte es un reconcomiendo a mi madre, a mis abuelas”, sostiene.
Una creación 100% original que busca, en palabras de su creadora, “elaborar algo serrano, ya que cuando vine, hace ya 11 años, había mucha menta y peperina y quería hacer algo con ello. La idea mía siempre fue que cuando coman este alfajor les haga acordar a Córdoba, estés donde estés”.
Más que alfajores
Ñuke Quila forma parte del Proyecto Peperina, creado por el Gobierno de Córdoba e implementado por la comuna de Villa La Bolsa.
En cuanto a las capacitaciones, la organización de la provincia se traslada con todo el equipo a las comunas, ofreciendo desde clases semanales que suponen la integración al tema hasta un grupo de WhatsApp con profesionales a cargo que están atentos a cualquier inconveniente.
De hecho, cuenta Graciela que es un proyecto que “presentó la provincia debido a que hay escasez de peperina, porque cuando se cosecha la sacan de raíz, y en realidad hay que cortarla y vender lo demás para dejar que se reproduzca”. Este proyecto familiar de peperina se da con capacitaciones de ingenieros agrónomos, “y luego te proveen de cincuenta plantines con todo su kit para que vos puedas trabajar, y de ahí en más tiene que ver con lo vos quieras hacer con el emprendimiento”, agrega.
“Cuando presentaron el proyecto y vi las plantas dije, ¡éste es!, después hice la masa y fui probando hasta que salió. Le di de disgustar a mi marido e hijo, que siempre prueban ellos, hasta que se los presenté, pero con todo hecho. Y ahí quedó, después de cinco años y pico, salió”, cuenta.
Actualmente, la producción de quién obtuvo premios también en el certamen de mujeres asadoras del año pasado, cuenta cada vez más con gente que se acerca a comprar. “Es un trabajo arduo pero lindo, cavar, mezclar y tomarte tu tiempo. Yo me levanto a las cinco de la mañana para poder regar, y ahora hay que producir”, finaliza la creadora de Ñuke Quila.
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