“Argentina es un país decadente con problemas serios”, comenzó diciendo el abogado. Su abordaje comenzó por realizar un diagnóstico del contexto social, político y económico, luego, cuestiones sobre la Constitución y la ley Argentina en cuanto a nosotros como ciudadanos argentinos, después explicó los problemas institucionales que afronta el país y por último, una reflexión sobre qué podemos hacer nosotros desde nuestro lugar.
Teniendo en cuenta el primer punto, Hernández comentó que para poder entender bien la situación actual, se debe hacer un análisis multidisciplinario de la Argentina, en donde uno de los resultados, que también fueron acompañados por una encuesta del orador, es que la Argentina es una sociedad en estado de anomia, es decir, donde “no hay leyes” y la calidad institucional para hacer cumplir esas leyes es nula.
“Uno de los datos que más me llamó la atención de la encuesta fue que el 73% de los entrevistados reconocen que la democracia es el mejor tipo de organización, sin embargo, el 72% la critica. De ahí se desprende otro valor que sorprende: el 50% de los entrevistados aceptaría un gobierno no democrático si brinda soluciones políticas, económicas y sociales”, expresa Hernández.
En segundo lugar, estableció que hay problemas culturales e institucionales, es decir, que hay problemas y una especie de “desprecio” por la ley, ya que ni los políticos legislan teniendo la Constitución debajo del brazo y ni la sociedad tiene idea de cuáles son las normas que nos rigen como sociedad.
El invitado ejemplificó esta situación con 3 cuestiones que definen el estado de las reglamentaciones y la sociedad: hay 25 leyes desde la reforma de la Constitución en 1994 que no han sido reglamentadas, la sociedad argentina es violenta (muerte en el fútbol, asesinato entre niños y lenguaje chicanero y banal entre la diligencia política) y la sociedad argentina es corrupta (hay causas políticas elevadas a juicio hace más de 4 años y nadie hace nada).
En tercer lugar, instaló el concepto de “hiperpresidencialismo”, en donde los gobernantes resuelven problemas con decretos. Se vive de emergencia en emergencia, donde “no queda otra” que aplicar decretos. “Durante el gobierno de Menem se dictaron más de 500, en el de Duhalde más de 200, en el de CFK más de 80, en el de Macri más de 40 y en el de Alberto Fernández más de 150”, agrega Antonio.
¿Qué podemos hacer nosotros? “Espacios como estos son los que pujan por el verdadero cambio. Yo creo que desde el 6 de septiembre de 1930, la Argentina viene decayendo, no solo fue un golpe de estado, no solo se quitó a un presidente de su puesto, sino que se desbarató el poder legislativo y el poder judicial. Por ello retomando lo que dije al comienzo, siento que sí se puede cambiar, pero son muy importantes los espacios de disertación, reflexión y el propio debate entre quienes nos gobiernan, ya que ninguno de ellos practica la comunicación como debe ser ejecutada”, finaliza Hernández.
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