Es un pequeño mosaico de origen natural fundido a temperaturas superiores a los 1.400 grados centígrados, un proceso único y diferente al del vidrio.
Además de mantenerse inalterables con el paso del tiempo, resisten los productos químicos, los cambios de temperatura y para limpiarlos sólo se necesita agua y lavandina. Otras ventajas son la gama cromática (40 tonos primarios, mezclados y veteados) y la variedad de tamaños lo cual posibilita una libertad de diseño equiparable a la de la pintura.
Una de las últimas novedades son las venecitas luminiscentes (de 2.5cm x 2.5cm) que se cargan con el sol y brillan en la oscuridad. Hay que encargarlas y la gente de Aquarama (Av. Sagrada Familia 1105) las consigue en Buenos Aires de color celeste pálido y cuestan unos US$ 200 dólares. Quedan bárbaras en bordes, demarcando escalones o salpicadas en el fondo o paredes de la pileta.
No obstante, las más usuales son las venecitas de 2cm. x 2cm ($ 65 por m2 de origen chino) y 2.5cm x 2.5cm ($ 90 por m2). También vienen de 5cm x 5 cm (entre $ 100 y $ 170 por m2, de origen nacional). Se venden en planchas de 30cm x 30cm adheridas a la superficie con pegamento para porcelanato color blanco para los mosaicos de colores claros y medianos para evitar que se altere la tonalidad de la venecita. Las uniones se sellan con pastina de buena calidad y aditivo antihongo especialmente para zonas que tienen contacto con el agua y el vapor.
Clásicos infaltables
(Por Sara Bongiovanni) Para revestir las piscinas de hormigón hay varias opciones, aunque las venecitas o mosaicos venecianos, a pesar de sus años, son una alternativa preferida por muchos, sobre todo porque mantienen sus esplendor por más de 20 años. Además, las empresas dedicadas a suministrarlas van actualizando las propuestas: la novedad son las venecitas luminiscentes que se cargan con la luz del sol y de noche aportan destellos salpicados en el agua.
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