¿Qué relación tiene la ciudad cordobesa de Justiniano Posse con un proyecto de energías renovables que planea subir al sistema interconectado nacional 6.200 MW? La respuesta está en el frigorífico Alimentos Magros SA, perteneciente a la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA).
Sucede que esa empresa –que comercializa carne de cerdo bajo la marca Magret- recibió el jueves el primer envío de cerdos del criadero Yanquetruz (también propiedad de ACA), ubicado San Luis.
Este establecimiento modelo producirá, además, bioenergía en cantidad suficiente para abastecer la planta y los consumos de los puertos de San Lorenzo y Quequén de la propia Asociación.
La producción de bioenergía
El subgerente general de ACA, Julián Echazarreta, explicó a EcoNegocios los detalles del proyecto.
“En el criadero de cerdos - diseñado para 5.200 cerdas madres y una población total del orden de 74.000 animales -actualmente se produce estiércol y aguas de lavados (denominados purín) por 150 m3/día las que son destinadas junto a un total de 50 tn/día de silo de maíz y sorgo picado a la producción de biogás y de cogeneración de energía eléctrica y calórica. Todo esto –continuó- generará energía que mediante cuatro grandes biodigestores -en pleno proceso de construcción- permitirán maximizar la obtención de biogás, que se la enviará a motores generadores de electricidad, para autoabastecer el establecimiento y enviar los excedentes a la red pública (Sistema Argentino de Interconexión- Sadi-)”.
Según explicó el directivo, el proyecto estaría concluido en noviembre y generará 1,5 MW por hora y que, según contempla el master plan, permitirá “subir” al sistema nacional 6.200 MW al año.
Será en un volumen suficiente como para atender la energía que consumen los puertos de la ACA., entre ellos, dos de los más importantes del país: San Lorenzo (Santa Fe) y Quequén (Buenos Aires).
Nada se tira, toda se transforma
Pero el proyecto de ACA que une San Luis con Córdoba no sólo contempla la generación de bioenergía. Con los desechos de los biodigestores se producirán fertilizantes orgánicos – cada vez más requeridos – y, según confirmó Echazarreta, técnicos de la cooperativa ya están trabajando en la certificación de bonos de carbono del proyecto.
“Todos los gases que son producidos por el estiércol del cerdo se mantienen dentro de los biodigestores y no van directamente al medio ambiente. Esto es muy bueno para todos y pensamos certificarlo en ese mercado”, dijo. Y finalizó: “sólo los proyectos sustentables son los que perdurarán en el tiempo”.
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