La aceleración inflacionaria iniciada en octubre del año pasado tuvo como principal puntal aumentos en alimentos más elevados que el nivel general, un fenómeno de suma preocupación para el Gobierno teniendo en cuenta el impacto en las canastas básicas y en las cifras de pobreza, debido a que se trata del rubro al que destinan una mayor proporción de sus ingresos los sectores de menores recursos.
Las cifras hablan por sí solas: desde octubre hasta abril, siete meses, los precios acumularon una suba de 33%, lo que equivale a una inflación promedio mensual de 4,2%.
En los primeros cuatro meses del año, la cifra es mayor, de 4,4%, que además es 11 veces el promedio de lo que tuvieron los países de la región, de 0,4%, según un informe de Ieral Fundación Mediterránea.
Y en mayo las cifras continuaron en un nivel levemente inferior. El relevamiento de FIEL arrojó un aumento de 3,2%, con una suba del nivel general de 4,7%. El de Orlando Ferreres (OJF) marcó un 3% (3,3% el nivel general) y el de la consultora CT&Asociados casi 4% (3,3% el general). En tanto, LCG, cuyo índice es exclusivamente de alimentos, marcó un 3,1%, pero para las primeras dos semanas de junio ya acumula un 2,2%.
Para calmar esta dinámica Ejecutivo implementó varias medidas para contenerla, que van desde el atraso cambiario y de las tarifas de servicios públicos hasta la presión sobre los márgenes empresarios a través de férreos controles de precios. Y ante el fracaso de estos instrumentos, parte de la explicación del Gobierno en las últimas semanas se enfocó en atribuir las subas a la dinámica de los precios internacionales de los alimentos, que en dólares llevan varios meses de alza.
Pero Ieral en su informe relativizó esta relación causal. Si bien los relevamientos de FAO (Naciones Unidas) el valor internacional de una canasta de alimentos (que contiene un mix de carnes, lácteos, aceites, granos y azúcar) se viene incrementando al 3,2% mensual en lo que va del año, el estudio de Fundación Mediterránea remarcó que en el aumento no se replica en los demás países de la región debido a que los productos relevados por la FAO "representan sólo una parte de los costos totales de los alimentos", a los que hay que añadir los costos industriales, logísticos e impositivos.
Por otro lado, el instituto destaca que las canastas de precios de los países incluyen productos que en la práctica son "casi no transables", debido a que son rápidamente perecederos, como las hortalizas, cuya evolución no es computada por las FAO.
De hecho, las previsiones de inflación para todo el año para los principales países exportadores de alimentos son de un dígito porcentual: 2,6% para Estados Unidos, 5% para Brasil, 3,3% para Paraguay, 7,2% para Uruguay, 1,4% para Australia y 4% para Sudáfrica. Además, la zona Euro, que incluye a muchos países productores de alimentos, prevé un 1,4%
"La elevada inflación de Argentina particularmente en estos productos no puede estar anclada en el contexto externo y debe encontrarse una mejor explicación del fenómeno, seguramente más asociada a la política monetaria (emisión actual o esperada en exceso a la que el mercado requiere) y la organización económica del país", concluyó el informe.
Tu opinión enriquece este artículo: