Primero, la realidad según Bilinkis.
“La tecnología va a ir reemplazando muchos trabajos y va a ir creando otros nuevos”. Pero…
“Lo único que sabemos de los trabajos del futuro es que no tenemos idea de cómo van a ser”.
¿Cómo estamos reaccionando las personas frente a esto? La respuesta es que no estamos reaccionando, pero no lo podemos frenar “ni volver para atrás”, como dice Santiago.
Por eso, a pesar de la incertidumbre que hay sobre el futuro del mercado laboral, el emprendedor y tecnólogo (como se define) brindó tres rasgos para estar preparado para el mundo que se viene:
- “Vamos a tener que convertirnos en centaurus: humanos más computadora, le gana a computadora. No tenemos chances de ganarle a la computadora, pero en equipo con las máquinas le ganamos a las máquinas solas. Eso garantiza que sí va a haber trabajo en el futuro, pero serán muy diferentes a los de hoy. La barrera que vamos a tener que enfrentar es el ego”.
- Capacidad de ser innovadores: “Todos vamos a tener que encontrar el innovador que tenemos adentro”.
- Empatía: “Esa capacidad extraña que tenemos las personas de conectar con el otro, algo que ninguna máquina puede hacer de la misma manera porque no es igual a nosotros”.
“Trabajos inhumanos”
“Probablemente no falten empleos, porque van a aparecer nuevos, pero sí va a haber un problema en que los empleos que aparezcan no necesariamente se correspondan con las habilidades y el entrenamiento de las personas” explica Bilinkis.
Con respecto a esto, delimita la responsabilidad de cada actor social:
- A nivel individual: “Tenemos que hacer de la formación continua un pilar de nuestra vida”.
- Empresas: “Aquellas compañías que destinen entre un 10 y un 20% del tiempo de su gente a que se capaciten, no solo van a atraer y retener mejor talento, sino que van a ganar más dinero. Creo que es una buena decisión de negocios, y creo que van a ganar más dinero y de una manera más sostenible”.
- Políticas públicas: “El Estado tiene que trabajar con la gente, ayudando a su reentrenamiento y su reinversión en lugares distintos. Pero no sostengamos empleos ridículos, como un cobrador de cabina de peaje, simplemente porque necesitamos que alguien esté haciendo una tarea. Cuando además, en general, son trabajos inhumanos: como tener a una persona en un cubículo de uno por uno, muchas veces sin calefacción ni aire acondicionado, sometido a las inclemencias del tiempo, sin ningún tipo de interacción con las personas más que agarrar un billete y entregar monedas. No son trabajos dignos de las personas”.
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