El concepto de RSE lleva más de 20 años evolucionando en la Argentina.
Desde sus inicios en los 90 hasta el cambio de siglo se registró un cambio de paradigma en el enfoque de RSE.
En un comienzo se tenía el prejuicio de que se trataba “de hacer donaciones”. Pero la visión fue mutando y ahora se lo relaciona con la excelencia en la gestión que exhiben las empresas. Es decir, de qué forma la empresa se desenvuelve frente a la comunidad y qué tipo de gobierno y sociedad está ayudando a construir.
El nacimiento del Instituto Argentino de Responsabilidad Social Empresaria (IARSE) -que tiene presencia en 9 países de Latinoamérica- coincide con el cambio de paradigma (en el año 2.000).
Pero después de tantos años, la pregunta es ¿pasó de moda?
Luis Ulla, director del IARSE, desmiente categóricamente que la RSE haya quedado obsoleta. “El día que pase de moda la RSE, pasa de moda el género humano. El día que `pase la moda´ de cuidarnos entre los seres humanos, de cuidar el planeta, de cuidar los más vulnerables, los que vamos a estar fuera de moda somos los seres humanos, no el tema”, argumenta.
De hecho, Ulla explica que la concepción de la ética que está detrás de la RSE fue más allá de las grandes corporaciones -que la siguen teniendo- para abarcar a cualquier tipo de organización, ya sea una universidad, una escuela, una ONG, los gobiernos o cualquier tipo de empresa.
Los seis aspectos críticos que predominan en el presente:
-Derechos Humanos: una empresa puede estar haciendo las cosas de forma virtuosa en el terreno de las materias primas, de los servicios, de los insumos o de la cadena de distribuidores, pero puede estar violando en algún momento dado algunos de los Derechos Humanos.
-Equidad de género: se avanzó en el debate de cómo hacer compatible la imbricación entre vida personal, familiar y laboral.
-El cuidado del medio ambiente: los indicadores son cada vez más estrictos. No exclusivamente cuidar el medio ambiente sino regenerar aquello que se ha dañado. Esta dimensión cobra cada día mayor preeminencia porque se aproximan fechas límites como el año 2030 para algunos de estos tópicos, que exigen fehacientemente “tomar decisiones a favor del cuidado del ambiente”, expresa Ulla.
-El desarrollo sostenible: ser exitoso únicamente como empresa en una comunidad que fracasa, no vale de nada. Esta visión se va profundizando y se aplican herramientas de gestión para medir todo el valor que se crea. Las herramientas de medición para la actividad empresaria quedaron antiguas: se usaba activo y pasivo para hablar de economía y finanzas. En el presente hay que hablar de activos y pasivos sociales, ambientales y éticos.
-La cadena de valor: no solo es significativo cómo se gestiona la empresa sino también quién le provee a las empresas y qué estándares de RSE tienen esos proveedores. El concepto en sí se fundamenta con elevar el standard global. Que no solo opere responsablemente la compañía sino que todas las empresas que trabajan con ella estén en el mismo nivel de calidad y de responsabilidad.
-La dimensión comunitaria: adoptada como dimensión crítica.
¿Cuál es el futuro de la Responsabilidad Social Empresaria?
Sobre el futuro de la RSE, Ulla considera que: “todo el mundo cayó en la cuenta que las empresas valen más si se mueven responsablemente”.
Ese cambio se va dando lentamente y pronostica que en “ 5 o 10 años el tema va a hacer mucho más exigente que ahora. Vamos a una vida más sana y esto va a tener que tener protagonismo de las empresas por un lado, y de los estados controlando por el otro. En el medio es decisiva la actitud del consumidor, preferir aquello que es más saludable”.
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