El dilema de los pintores: ¿que vengan o que no vengan? (lean primero y opinen luego de leer)

Enrique y Nicolás son padre e hijo. Parece que son buena gente y seguro son buenos pintores, prolijos, laburadores. Este viernes, sábado y -quizás- el lunes deberían venir a casa a pintar una habitación, retocar algunos parches y otras tareas. ¿Que vengan o no vengan?

Vienen en moto (una cada uno), usan casco y ayer jueves nos saludamos con un “cabeceo” cordial y una sonrisa.  En casa no hay adultos mayores ni personas en potencial riesgo agravado de COVID-19. Solo Ivo y yo.
 


Enrique y Nicolás ya emparcharon unas paredes, lijaron otras y empezaron el trabajo. Unos $ 8.000 sería todo, si no surgen los clásicos “ya que estamos”.

Si escucho lo que dijo anoche el presidente y -¡sobre todo!- lo que dice la gente en las redes, no deberían venir. “Que no vayan. Si se mueren no les va a servir la plata”, me dijo un empresario que respeto al que consulté sobre este caso puntual que uso de disparador de pensamientos y que me sirve para afinar la escucha. 

Si interpreto lo que dice el ministro Arroyo (que habla de llevar “changas” a los barrios), quizás debería decirles que vengan, extremar los recaudos de contacto y que terminen su trabajo. La misma línea de argumento -me parece- esconde la mención de Fernández ayer sobre las ferreterías abiertas.
 


Supongamos que vienen y cobran. El martes, ¿deben seguir tomando trabajos? ¿Le debería ofrecer yo más trabajos para mantener su riesgo y el mío acotados?

Los escucho...
 

La palabra del pintor involucrado, aquí:
 

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