Italia se mantiene como uno de los mercados europeos menos avanzados en este tipo de tecnologías y busca reposicionarse con grandes anuncios de políticas a favor de vehículos eléctricos e híbridos, buscando de esta forma reducciones en el volumen de automóviles diesel.
De concretarse la meta propuesta por el joven treintañero Luigi Di Maio, el flamante ministro de Desarrollo Económico, Trabajo y Políticas Sociales de Italia, el país pasaría a ser líder europeo en el uso de vehículos a batería.
En 2017, los italianos compraron solo 2.600 vehículos eléctricos (4.800 si se incluyen también los híbridos) de un total de dos millones de autos vendidos, de acuerdo a lo indicado por la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles, existiendo hoy solo 5.000 en circulación en todo el país según estimaciones.
Los críticos aseguran que el gobierno italiano deberá seguir al menos una política de incentivos tan fuerte como la de Noruega, que tiene casi la mitad de sus vehículos funcionando con fuentes de energía eléctrica gracias a los importantes beneficios impositivos que otorga (el segundo lugar muy detrás lo ocupa Islandia con un 15% y Suecia con 7% es tercero).
Noruega impulsa las tecnologías limpias con rebajas de impuestos, exenciones en el pago de peajes y traslados gratuitos en ferry, computando incentivos que van desde los 7.000 euros en un auto pequeño a 9.000 euros en un auto mediano. Otro ejemplo es Francia, en donde se calcula un monto de subsidio de 10.000 euros por unidad.
En los mercados menos desarrollados de Europa se espera que en los próximos 4 años se duplique la venta de vehículos eléctricos. Enel, empresa de servicios públicos italiana, pretende acompañar la iniciativa instalando 14.000 estaciones de carga en toda Italia hasta el 2022.
Roma como capital no es menos soñadora: prohibirá vehículos diesel a partir del 2024.
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