El gobernador Juan Schiaretti había dado la orden de adelantar un día la firma de la creación del Consejo de Vinculación Estratégica con China, con la UNC y la Universidad Católica, porque quería libre la mañana de hoy jueves para recibir a Alberto Fernández. Unas horas después, desde Presidencia de la Nación comunicaban a la Provincia la suspensión del viaje, que tenía por objeto anunciar desde la planta de Fadea el nuevo fondo de reequipamiento para la Fuerzas Armadas (Fondef).
La idea era reunir a diputados y senadores del PJ Córdoba y del Frente de Todos, y la visita estaba “totalmente articulada”, según le dijo a Alfil un alto funcionario provincial. Pero en el medio se produjo el fallo de la Corte Suprema de Justicia que otorgó el per saltum a los jueces Leopoldo Bruglia, Pablo Bertuzzi y Germán Castelli, y dejó mal parado al gobierno nacional.
La sentencia puso en suspenso la decisión que tomó el Senado de la Nación, que conduce la expresidenta Cristina Kirchner, de que los jueces regresen a sus puestos previos al traslado a Comodoro Py, dispuesto por el expresidente Mauricio Macri sin acuerdo de la cámara alta. Aunque no definió la cuestión de fondo, la Corte hizo lugar en tiempo récord al pedido de los tres magistrados y los mantuvo en su actual cargo hasta la definición final.
Para el oficialismo el fallo de los supremos Carlos Rosenkrantz, Elena Highton de Nolasco, Horacio Rosatti, Ricardo Lorenzetti y el cordobés Juan Carlos Maqueda, fue una mala noticia que golpeó en el centro de las tensiones internas de la coalición gobernante. Por eso, la foto Alberto Fernández-Juan Schiaretti se convirtió en difícil para los dos. El tema judicial se puso al rojo vivo.
A Alberto, que ya suspendió dos visitas a Córdoba en cuatro meses, le cuesta venir a esta provincia, y de hecho eligió un territorio “nacional” como es Fadea para desembarcar. Tras el revés en la Corte, reunirse con el único gobernador del PJ que no le dio apoyo para la reforma judicial, no era bueno políticamente para él. Una foto sin sentido, comentaron algunos, que los podía mostrar en distintas sintonías en público.
Para Schiaretti también. Desde su silencio, y con encuestas en la mano, adelantó que sus cuatro diputados no iban a dar quorum ni apoyar la reforma judicial que impulsó el presidente, lo que aumentó el ruido en su relación personal con la Casa Rosada.
El jefe se mantuvo callado también sobre el traslado de los jueces. Su decisión es mostrarse como el representante del “peronismo republicano” y en ese sentido, evitará tener contacto con decisiones políticas que a los ojos de su electorado lo ubiquen cerca de la expresidenta. Tampoco hizo comentarios públicos sobre el escrache que sufrió Lorenzetti como mecanismo de presión previo al fallo.
Esta misma semana, las principales cámaras empresariales y del sector rural de Córdoba, que tiene relaciones intensas con el gobierno provincial, se metieron de lleno en el tema de los tres jueces porteños. Emitieron un comunicado en el cual reclamaron a la Corte que sea garante republicana.
Ya lo habían hecho con la reforma judicial y con Vicentin. El schiarettismo y los empresarios de Córdoba jugaron de memoria en términos de su oposición al kirchnerismo y su afinidad con Macri. Si bien el entuerto con los tres jueces porteños no esta ligado a la reforma judicial directamente, sí tiene que ver con la decisión de atenuar el poder concentrado de Comodoro Py, que es uno de los objetivos del proyecto que ya tiene media sanción.
Ahora habrá que ver si se dan las condiciones para que la semana próxima se concrete la conversada visita, como se informó.
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