Uno de los principales poderíos del oficialismo provincial es el cuerpo de intendentes propios y aliados, claves en el sostenimiento de la territorialidad y para juntar los votos cuando llegan las elecciones. Los municipios son, además, la corporeización del “federalismo” que el gobernador Juan Schiaretti quiere mostrar como marca de agua de su gestión, en oposición, sostienen en el Panal, a la “visión rioplantense” o “porteñista” del gobierno nacional.
De hecho, siempre hay tensión entre Hacemos por Córdoba y el Frente de Todos local por el liderazgo de los intendentes peronistas. Los cordobeses no tienen el peso electoral y político de los “barones” del conurbano, pero cada jefe comunal que Carlos Caserio, Gabriela Estévez o Martin Gill, los tres principales referentes del albertismo-cristinismo en Córdoba, acercan a las oficinas de Balcarce 50, es una foto con un mensaje al peronismo provincial.
Schiaretti dedicó buena parte de su discurso de inauguración de sesiones ordinarias de la Legislatura en enumerar las obras pública que tiene en carpeta para el interior provincial, con énfasis en las conexiones de gas y los diez acueductos que, prometió, llevara agua a todos los rincones antes de 2023. Mudo en la política nacional, automarginado de casi de todo evento fuera de Córdoba (aún en la virtualidad) desde el año pasado viene profundizando su presencia vía remota en el interior.
Mientras, crece el rumor de que al sistema político (que en materia de gobiernos locales integran básicamente peronistas y radicales) le empieza a preocupar la limitación de la reelección de los intendentes que dispuso la reforma a la ley Orgánica de municipios N° 8102. Desde enero de 2017, con la ley 10406, se autoriza una sola reelección consecutiva (antes era ilimitado) de intendentes, concejales y tribunos de cuentas de localidades sin Carta Orgánica propia.
Son unos 280 los intendentes, peronista y radicales, que no podrían buscar su reelección cuando finalicen el mandato; algunos de ellos pesos pesados en su territorio, la mayoría de ciudades o comunas pequeñas, muchos difíciles de reemplazar. Como la suspensión o corrimiento de las PASO a nivel nacional, tema que desvela al Frente de Todos y a varios gobernadores, sólo se avanzaría con un acuerdo político entre oficialismo y oposición. “Solo podría resolverse legislativamente si hay proyecto conjunto con la UCR, porque el costo de volver atrás sería grande”, indicó una fuente informada legislativa informada. La posibilidad de que se interprete al actual mandato como el primero (por eso de que no se puede legislar para atrás) o de que cada interesado vaya a la Justicia a patalear por lo suyo están sobre la mesa, pero igualmente es un tema del que se hablará este año y el próximo, porque es central para la renovación provincial de 2023.
Con Brandán
Schiaretti tuvo ayer gestos claros hacia un intendente propio del difícil departamento Colón, el caroyense Gustavo Brandan, quien tuvo uno de los grandes resultados electorales del 2019. En una reunión virtual, de la que participó el jefe comunal, el ministro de Obras Públicas, Ricardo Sosa y otros funcionarios (el ministro de Gobierno, Facundo Torres, salió de vacaciones), el gobernador firmó el contrato para la pavimentación de 20 calles de accesos a escuelas de la localidad de Colonia Caroya, un proyecto que se ejecuta a través del Programa de Inversiones Municipales y préstamo BID, a pagar mitad provincia y mitad municipio.
Además, anunció la próxima licitación para la construcción de los nudos viales sobre la ruta 9, para mejorar el tránsito entre Jesús María y Colonia Caroya. Las obras son importantes para la zona y para el intendente, que en 2023 aspira a un lugar en las listas legislativas del oficialismo, anche el ingreso al Ejecutivo provincial.
“Pese a la pandemia, Córdoba y Colonia Caroya no paran”, señaló el gobernador, y ponderó el “trabajo mancomunado” y la “satisfacción de trabajar” con Brandan.
El mes próximo los anuncios serán para Jesús María, localidad fuertemente anti K con intendencia del radical Luis Picat.
Para el Panal, el departamento Colón es importante porque es el segundo departamento en votos después de Capital, un bastión macrista, y porque dentro del PJ es un enclave del peronismo albertista. De allí son los caudillos y legisladores provinciales Carlos Presas y Rodrigo Rufeil, ambos alineados con el senador Carlos Caserio, que supo llevar a Buenos Aires a intendentes schiarettistas como Cayetano Canto, de Saldán y Eduardo Baldassi, de Río Ceballos.
Aunque el trámite está demorado, el punillense impulsaría a Rufeil como secretario de Transporte de Nación, cargo al que renunció el también legislador Walter Saieg. Si esto sucede, el reemplazo de Rufeil en la unicameral sería la secretaria de Gobierno de Brandan, Paola Nanini. Para completar el escenario, en enero se lanzó una línea interna del PJ provincial denominada “Colon Merece Más” que reclamó al Schiaretti más representación del departamento en el gabinete provincial.
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