Nadie mejor que María Eugenia Vidal para generar el clima para que los integrantes del PRO Córdoba volvieran a mirarse a los ojos después de la dura interna que los dividió en las PASO. La exgobernadora de Buenos Aires se mostró conciliadora y eligió los conceptos correctos para confraternizar con sus conmilitones. Al término de la segunda potente foto de unidad de Juntos por el Cambio con motivo del desembarco de la presidenciable (la primera fue en el locro del Frente Cívico), los amarillos dieron una señal de disposición a corregir los errores del pasado reciente.
Atrás parece que quedó la discusión que admitía dos caminos cuando la tarde del cierre de listas terminó en un febril “sálvese quien pueda”. Uno, invitaba al PRO a asegurarse más bancas legislativas. Esta senda fue la que eligieron los amadrinados por Patricia Bullrich que confluyeron en la boleta que encabezaron Luis Juez y Rodrigo de Loredo. Otro, planteaba la necesidad de aprovechar el turno electoral intermedio para plantar a un candidato propio para la ronda provincial de 2023. Aquí fueron a parar los amarillos que no imaginaban que el candidato de Mauricio Macri y una de sus principales espadas en el Congreso, Gustavo Santos y Mario Negri, serían derrotados en las primarias abiertas de septiembre del año pasado.
El PRO de Córdoba logró las bancas, pero no cumplió con la máxima que todos los dirigentes cambiemitas expresaban off de record: “No hay 2023, sin 2021”.
Juez y De Loredo son las figuras indiscutibles de la alianza. Ellos sí tendrán 2023. Sus chances son inmejorables en un escenario de renovación del peronismo; su mayor desafío, entonces, es ser inteligentes para contener a todos.
El exministro de Turismo no claudicó en su deseo de gobernar la provincia, dispuesto a poner un rosto macrista en las pujas por el poder de los próximos meses. Los anticipados lanzamientos reforzaron este sentimiento de culpa entre las tribus del PRO local. La patricia Laura Rodríguez Machado se lanzó para la gobernación en un acto liberal, dispuesta a liderar el rechazo de este sello a cualquier tipo de acuerdo con el gobernador Juan Schiaretti, a diferencia de Santos que promueve “una continuidad, con cambio”.
Días después ocurrió lo mismo en el kilómetro cero del cambio. El intendente de Marcos Juárez, Pedro Dellarossa, se anotó en el lote de precandidatos provinciales. La lista también engordó en el tramo capitalino. Soher El Sukaria, Sebastián García Díaz y, según lo admitió el radio Pulxo hace horas, Javier Pretto, quieren aprovechar las dudas sobre el candidato peronista en el Palacio 6 de Julio para probar suerte.
En esta instancia, la sumatoria de fuerzas asomaba como única alternativa para un rol digno en el 2023, donde se baraja y se reparte de nuevo el poder. Cierto es que la voluntad de mantener la cohesión entre los partidos aliados facilitó una búsqueda activa del diálogo entre las líneas internas del PRO.
La mesa PRO debutó el lunes con la promesa de tener reuniones semanales. El objetivo verbal: tener un candidato a gobernador o gobernadora fuerte, lo mismo para la intendencia de Córdoba. Ahora, la meta real es instalar algunas figuras que puedan ingresar en el segundo renglón de las fórmulas ejecutivas y lograr los primeros puestos de las boletas legislativas.
La iniciativa parte de la constatación de que atomizados poco podrán presionar a Juez y a los radicales, pero también de un dato observable. La interna nacional del PRO está al rojo vivo con cuatro precandidatos en carrera: Macri, Horacio Rodríguez Larreta, Patricia Bullrich y Vidal. Las recorridas por la provincia serán una buena vidriera para los aspirantes cordobeses que necesitan empujar el nivel de la barra de conocimiento público en las encuestas.
Ahora bien, esta intención de unidad choca con algunos antecedentes. Las fracturas en el espacio amarillo forman parte de su marca de nacimiento. Primero, fue la grieta entre los pioneros del partido –identificados con la Ucedé- y los “famosos” aportados por Macri para oxigenar la política; después, esas alianzas sólidas entre socios fundadores se fueron descomponiendo con fecha de quiebre en la cocina de la listas de 2019, cuando también operó la regla del “sálvese que pueda”.
Hoy las diferencias parecen resumirse en las referencias porteñas del partido y en la desconfianza que genera la posibilidad siempre abierta de que muchos de sus referentes regresen al cobijo de Hacemos por Córdoba. A diferencia de sus socios radicales, no lograron en un semestre ninguna foto de unidad, sin contar las que se hicieron bajo el paraguas de JpC. El pasado lunes, después del encuentro con Vidal, fue la primera. Allí, la voluntad de jugar en conjunto fue manifestada… hasta que algún integrante demuestre lo contrario.
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