Le insistencia del Frente de Todos en llevar adelante una Reforma de la Justicia Federal sin un consenso amplio y, más aún, con total abstracción de las urgencias que aquejan a la abrumadora mayoría de los argentinos en plena crisis económica/sanitaria, ha llevado al gobernador Juan Schiaretti a levantar, una vez más, el estandarte del ‘cordobesismo’, aquel término acuñado por José Manuel de la Sota tras vencer en las elecciones de 2011,definido por el ex gobernador como el vínculo que une “a todos los que están a favor de Córdoba, y todos los que están dispuestos a defenderla de quienes quieran atacarla”.
No es extraño que así suceda.
Las gestiones de Schiaretti han contado siempre con la aprobación de una parte mayoritaria de los cordobeses, y así lo demuestran sus éxitos electorales, cimentados sobre una administración sesuda de los recursos traducida en el desarrollo de ambiciosos planes de obra pública. Pero el arquitecto del peronismo cordobés no ha sido él, sino su predecesor.
Ya en su libro “La invención del peronismo en el interior del país”, Darío Macor y César Tcach explicaban una diferencia crucial entre el peronismo “portuario” y el peronismo del interior: el primero construyó sus propias estructuras, y luego se sobreimprimió, en el resto del país, sobre la estructura de los partidos conservadores del interior.
En Córdoba, esa síntesis nunca terminó de cuajar, sino hasta la llegada de De la Sota.
Tal es así -señalan los autores- que el Partido Justicialista de Córdoba permaneció intervenido por el PJ Nacional durante los 10 años que duró el primer peronismo, entre 1945 y 1955.
Nadie, hasta el triunfo de De la Sota en diciembre de 1998, obró la alquimia correcta, construyendo, entre otros, un acuerdo con la UCD que permitiera al partido desembarcar en La Casa de las Tejas, iniciando un proyecto político que lleva más de dos décadas al frente de la Provincia. Pero aun antes, aun perdiendo, se midió en elecciones muy competitivas contra el mejor Eduardo Angeloz, en 1987 y 1991.
No debe sorprender entonces la recurrencia de Schiaretti al discurso delasotista. En rigor, no se trata de un ‘revival’ de fórmulas exitosas en el pasado, sino más bien de apelaciones a lo que subyace -apenas por debajo de la superficie- en el peronismo cordobés.
Tanto es así, que el delasotismo no sólo está presente (y casi en solitario) en el relato del peronismo cordobés, sino que también puebla buena parte de sus líneas sucesorias.
El vice gobernador de la provincia, Manuel Calvo, es de conocida procedencia delasotista. El Ministro de Gobierno de la Provincia, Facundo Torres, la comparte. El vice intendente de Córdoba fue, por años, uno de sus principales hombres de confianza. Y su hija, Natalia de la Sota, es dueña de un apellido que seguramente cotizará alto cuando llegue el momento de imprimir cualquier boleta electoral.
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