Mauricio Saillen y Pascual Catrambone se definían mutuamente como “hermanos de la vida”, en alusión al vínculo de amistad y afectivo que los une, incluso hoy, mientras comparten sus días en la cárcel de Bouwer. También, constituyeron una de las sociedades sindicales más poderosas de la provincia.
La cohesión en la cúpula y la empatía y respeto que se ganaron entre los afiliados del Surrbac, el gremio de la recolección de residuos, lograron reducir la participación de Hugo Moyano en la política sectorial cordobesa. Contaron con aliados poderosos, porque no hay que olvidar que la personería y la aprobación de la mutual la lograron en tiempos de enemistad de la entonces presidenta Cristina Kirchner con el líder camionero.
Como sea, Saillen construyó su poder con buena cuota de marketing. Las contribuciones de los recolectores para las pomposas fiestas del Día del Trabajador alimentaron el simbolismo. La participación de la cúpula gremial – o de sus personas de confianza- en empresas del estado como Crese o Esop hicieron el resto del trabajo.
Saillen y Catrambone continúan presos mientras se los investiga por lavado de activos, asociación ilícita y usura, entre otros cargos. Desde su entorno, daban por descontado que recuperarían su libertad rápidamente. Fueron detenidos en agosto, en medio del proceso electoral y los retaceos de apoyo por parte de los candidatos que hoy son gobierno nacional.
El líder del Surrbac puso a cargo a sus hijos, Franco y Juan Saillen, mientras la que sería una abreviada ausencia. Lo cierto es que los planes originales sufrieron modificaciones. Sus herederos cumplieron con los encargos al pie de la letra: organizaron tremendas fiestas, ofrecieron asados para los referentes del gremio y pidieron unidad a la “familia” recolectora.
“Nadie más que yo entiende el simbolismo de este encierro, pero nadie como yo tampoco entenderá el orgullo de vivirlo. Hace 17 años que de una u otra manera quieren encerrarme. Hacerlo para los mercaderes del poder es encerrar derechos, encerrar dignidad, encerrar lucha, encerrar logros, encerrar mi voz (la voz que nunca nadie pudo acallar ni comprar)”, leía Franco la misiva de su padre en un gran evento.
El remate de las actividades llegó con la misa de fin de año, espacio espiritual donde pidieron por la libertad de Saillen y Catrambone, a quienes definieron como “presos políticos”.
Pero los jóvenes portavoces adolecen de experiencia para manejar un gremio de amplio alcance y que tiene en agenda discusiones importantes, como por ejemplo, las que se vienen con el intendente Martín Llaryora por la reorganización del esquema de recolección de la ciudad.
Oficialistas y opositores saben que se necesita más que una provisoria transferencia del poder para manejar al Surrbac.
Y la política prefiere mantenerse alejada de las faenas de los referentes de los empleados del sector.
Es por eso que trascendió que Saillen pidió a sus hijos un perfil bajo y que daría más protagonismo a otros hombres del Surrbac, antes ubicados en las segundas líneas del poder. En parte, también se debe a que el joven legislador provincial continúa en la mira de la Justicia.
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