Los docentes municipales se encuentran ahora bajo el escrutinio atento del intendente Martín Llaryora. Sus alfiles ya hicieron el primer movimiento para jaquear a la secretaria general del Suoem, Beatriz Biolatto, quien no puede ocultar los signos del desgaste por una cuarentena –medida argentina- de conflictos y cero resultados. El Ejecutivo pudo avanzar en cada una de sus propuestas de recorte que, en esta nueva oportunidad, apunta al sector Educación, donde la sucesora de Rubén Daniele encuentra su principal base de apoyo interno.
Ayer, el Ejecutivo distribuyó información oficial que compara la realidad educativa del municipal con la de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. En términos generales, cada matrícula equivale en presupuesto salarial docente unos $ 21.000, al que hay que adicionarle otros gastos como material didáctico, emergencias médicas, limpieza, entre otros ítems, para cerrar el número en $ 24.833 por estudiante. La cifra es similar a la de un colegio privado bilingüe de la ciudad, con jornada de ocho horas.
La inversión en educación pública es digna de celebrar. Ahora bien, conviene detenerse en el componente del desembolso: el presupuesto para personal de la dirección de educación para este 2020 es de $ 4.087 millones con niveles salariales que superan ampliamente los mismos cargos en una escuela porteña. Veamos un par de ejemplos ilustrativos de toda la tabla: 1) una maestra de grado con un año de antigüedad percibe $ 98.395 en bruto, mientras que su par de la Capital Federal cobra $ 60.115 por la misma tarea; y 2) una directora de escuela primaria con cuatro años en el cargo recibe $ 133.723 contra los $ 81.617 de una colega de la ciudad de que gobierna Horacio Rodríguez Larreta.
El razonamiento municipal es el siguiente y encierra una clara estrategia política: si tenemos docentes bien pagos y dando por sentado que son los mejores capacitados, ¿cómo se explica que este incentivo no impacte en la calidad educativa?
Desde el municipio reconocieron que en 2018, el operativo de evaluaciones académicas en áreas clave como matemática, lengua y ciencias mostró un desempeño de los alumnos muy por debajo de los estudiantes provinciales. Para matizar, agregan que los establecimientos municipales fueron mejores en recuperar a los chicos y chicas que por alguna razón habían dejado sus estudios.
En carpeta del Ejecutivo está un plan de reordenamiento del área que apunta a un uso eficiente de los recursos disponibles y a mejorar la calidad educativa que reciben los 16 765 inscriptos. También, a desarmar un quite de colaboración que el Suoem mantiene desde el 5 de mayo en el área educativa por los recortes instrumentados por Llaryora durante la cuarentena. En la práctica, los alumnos municipales reciben contactos virtuales tres de los cinco días de la semana escolares.
“Queremos profundizar el diálogo para alcanzar una verdadera inclusión y mejorar la calidad educativa. Con las medidas de fuerzas de estas semanas se desaprovecha una oportunidad valiosa de trabajar en índices que nos ponen por debajo de lo que aspiramos”, evaluó Mariano Almada, subsecretario de Coordinación y Relaciones Institucionales de Educación.
La jugada promete otro punto de choque con el sindicato: el municipio revisará la situación laboral de los docentes con tareas pasivas, un 20% de la planta docente que cobra pero no presta servicio, según reconocieron oficialmente. Un porcentaje alarmante.
Apuntarán a que se desvinculen o se reconviertan al escalafón general. El bloque de Hacemos por Córdoba en el Concejo Deliberante ya trabaja en un proyecto en este sentido.
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