Hacia atrás, la elección de las fórmulas, la siempre convulsa definición de las listas, el primer tramo de la campaña, el armado de la fiscalización, las PASO, sus análisis y conclusiones, el reinicio de la campaña, los debates. Hacia adelante, 72 horas de campaña, 48 de veda y las generales. Llegó el sprint final.
Cada fuerza de las que compiten el próximo domingo conoce con bastante precisión la situación en que se encuentra, y resulta poco probable que el 27-O traiga grandes sorpresas en las definiciones centrales de la elección. Sí podrían darse, sin embargo, pequeños batacazos en duelos que aún siendo secundarios se presentan cargados de un gran simbolismo. Y este es el caso de la disputa que Hacemos por Córdoba y el Frente de Todos mantienen para llevar sus listas legislativas al segundo puesto. (Subráyese lo simbólico del asunto: en la mayoría de los supuestos, la obtención del segundo puesto no altera la distribución de bancas).
El Centro Cívico está entusiasmado. En los últimos días recibió números que ubican a su boleta en 23 puntos, mejorando en 6 su performance de las PASO. La lista del Frente de Todos, según los mismos sondeos, estaría en 25, creciendo sólo 2. Casi estancada a pesar que la que fórmula Fernández-Fernández si crecería 5 puntos entre las PASO y el próximo domingo.
Pero más allá de estas cifras, el Frente de Todos experimentaría otros contratiempos: la fiscalización. Tras las primarias hubo reproches entre las distintas facciones que componen la entente. Las acusaciones cruzadas entre las tribus K apuntaban que más de trescientos colegios se habían quedado sin fiscales en la capital. En el interior, las cosas no habrían sido muy diferentes.
En El Panal escuchan que la logística de sus adversarios no solo no mejoraría en las generales, probablemente encontraría más falencias. Estas versiones chocan contra las que esperaban un “espiral ascendente” después de un resultado tan favorable como el que el Frente de Todos obtuvo en las primarias, pero no resultarían contrarias a las imágenes que muestran a cada facción del kirchnerismo liderando cierres de campaña paralelos a días del 27-O.
A esta composición de lugar reacciona Hacemos por Córdoba, apretando el paso sobre el sprint final, apostando esta vez a los “refuerzos positivos”.
En un principio, El Panal eligió contener el avance territorial del Frente de Todos disuadiendo a los intendentes peronistas de Córdoba de respaldar al binomio Fernández. Aquellos que lo hicieran quedarían, de cierta forma, más lejanos a la consideración del oficialismo. Ahora, en cambio, con una relación más balanceada con Alberto Fernández y ante la más que probable perspectiva de su llegada a la Casa Rosada, el Centro Cívico prefiere incentivar a intendentes del interior y referentes de capital con estímulos positivos.
Tras las PASO, Hacemos por Córdoba encargó un estudio pormenorizado de los resultados que le permitiera además proyectar cuánto podía mejorarse en cada departamento y en cada seccional. Esa es la vara con la que el oficialismo medirá el esfuerzo de sus dirigentes.
Quienes colmen tales expectativas en el interior tendrán la aprobación de los jerarcas del partido. Y con ello, se descuenta, también un lugar especial en su consideración al momento de respaldar gestiones.
En la capital, de igual modo, Hacemos por Córdoba deja entrever que las seccionales que mejor trabajen serán mejor recompensadas. Al mismo tiempo se recuerda que en las nuevas gestiones (municipal y provincial) que arrancan el 10 de diciembre aún quedan muchas cosas por definir, y los nuevos espacios que se abren para el peronismo no tienen aún nombres propios.
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