Todavía se recuerda la famosa frase de la diputada K Fernanda Vallejos sobre que la Argentina “tiene la maldición de exportar alimentos”. Extrapolando el sentido de aquella supuesta contradicción dialéctica, puede decirse que Juntos por el Cambio, en la provincia de Córdoba, tiene la condena de contar con un piso electoral del 40%.
Semejante substrato sería una buena notica para cualquier fuerza política, pero para JXC representa un auténtico dolor de cabeza. Como es lógico suponer, constituye un imán que atrae con irresistible potencia a múltiples aspirantes, no todos bienvenidos.
En este turno, el distrito elige a senadores y diputados nacionales. Se estima que la entente lograría, sin transpirar, dos y cinco escaños en cada tramo. El Senado es, lógicamente, el premio mayor al que todos aspiran, toda vez que quien encabece la lista se verá beneficiado con abundante promoción en las PASO y la subsiguiente campaña electoral, todo regado con fondos públicos. Por añadidura, también se asume que el que resulte elegido tendrá a mano un poderoso trampolín para arrebatarle la gobernación al oficialismo provincial en la próxima oportunidad. Este es un objetivo épico que, de lograrse, inscribiría el nombre de semejante héroe en los libros de historia.
Ambas líneas de atracción -actual intención de voto y 2023- determinan una auténtica inflación de interesados, que prometen un tránsito agitado en los meses por venir. Un rápido examen por los que ya se encuentran anotados contribuye a dimensionar la magnitud del desafío que los cambiemitas deberán afrontar.
Comiéncese por Mario Negri. El actual diputado tiene a favor una gran visibilidad nacional y es ampliamente conocido en la jurisdicción. Dice tener el apoyo de Mauricio Macri aunque, por estos tiempos, sus respaldos explícitos sean María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta y no aquel. Se considera a sí mismo como predestinado a la gobernación tan pronto los planetas se alineen, una coincidencia astral que, estima, se encuentra ya cercana. Pero tiene un problema: su partido no parece estar del todo convencido de que sea el hombre que se necesita. Son dudas estructurales que impulsan a otros a intentar ese mismo camino.
El más connotado de ellos es Rodrigo de Loredo, suficientemente empoderado luego de su performance en las últimas internas radicales. Talento no le falta, como tampoco ambición ni fuerza de voluntad. Disputar la senaduría representaría para él jugar en la liga máxima y quedar posicionado para, en el futuro, aspirar a alguna responsabilidad ejecutiva, probablemente la intendencia de la ciudad de Córdoba. El hecho de todavía no contar con padrinos nacionales parece tenerlo sin cuidado; siempre aparecerá alguien con ganas de apostar en el interior del país.
Gustavo Santos adolece del problema inverso. Él sí tiene un mentor, nada menos que el expresidente, pero su figura no concita, por ahora, del fervor de la militancia de la UCR, su nominal fuerza de pertenencia. Esto no quiere decir que sea no tenga futuro de candidato. Es un dirigente capaz, dúctil y de buena relación con todo el arco político, incluyendo los peronistas mediterráneos. No obstante y de encabezar la boleta, sería una auténtica imposición de arriba – abajo a la coalición en su conjunto. Dejaría heridos múltiples y con fracturas expuestas, del tipo que tardan en soldarse.
La figurita repetida dentro de estas especulaciones es Luis Juez, el invariable candidato de sí mismo. Con su partido reducido a un estrechísimo club de admiradores, necesita generar visibilidad a lo que dé lugar, por lo que postularse sin que nadie lo proponga es una alternativa siempre a mano. Sin embargo, y debido a que casi ya nadie en JXC confía en él, uno de sus recursos predilectos es amenazar con romper si no se lo compensa debidamente. En cualquier caso, resulta llamativa su urgencia de regresar a la “hamaca paraguaya” como él mismo supo llamar, despectivamente, a la banca que hubo de ocupar hasta 2015. Algún valor esta debe tener para justificar semejante insistencia.
Oscar Aguad, por su parte, también ha dicho que se encuentra disponible. Luego de su paso por el gabinete nacional, opacado en buena medida por la tragedia del ARA San Juan, hace ya un tiempo que se encuentra a la intemperie. En otros tiempos hubiera sido el señalado por Macri para encabezar cualquier lista, pero esta preferencia ha quedado en el pasado. Sin desdeñar el afecto que este pudiera seguir teniéndole, es un hecho que el expresidente ya no puede imponer, per se y como lo hacía antes, a cualquier candidato y que a su exministro de Defensa le han crecido los enanos por todas partes, incluyendo su propio yerno. No es aventurado conjeturar que, en esta ocasión, dista de ser el favorito.
Quien se encuentra fuera de esta maldición de la abundancia es Laura Rodríguez Machado. Es la única que disfruta de la cornucopia de votos que predicen las encuestas. Gracias a su talento (y, debe decirse, al blindaje que le otorga el cupo femenino) la actual senadora es candidata firme a la reelección. Sin dudas es un mérito personal y no solo una cuestión de género que no le haya aparecido competencia por una banca que todo el mundo considera segura. Nadie, ni hombres ni mujeres, se ha atrevido a desafiarla; ella solo espera a que justicia habilite los plazos legales rumbo a octubre.
Dadas las actuales perspectivas siempre es una posibilidad drenar candidatos hacia la lista de diputados, aunque esto también tiene sus riesgos. Hay muchos que, autoexcluidos de la carrera hacia el Senado, se creen sin embargo predestinados a un lugar en la Cámara Baja y que no piensan ceder sus lugares a los desairados por el Senado. Considerar a este tramo como una ambulancia para los heridos podría desencadenar una reacción en cadena de impredecibles consecuencias en dirigentes de prestigio territorial o de amplio dominio partidario.
Todo indica, en consecuencia, que las PASO serán muy agitadas para JXC. Si, efectivamente, todo el conflicto derivara a tal instancia debería decirse que, en la ocasión, estas elecciones bien valdrían la pena. No solo porque dirimirían los candidatos que habrían de competir en octubre sino también porque colaborarían a transparentar los liderazgos dentro de la alianza, su gran talón de Aquiles cuando debe vérselas con los compromisos provinciales. Hasta tanto esto no ocurra, los interesados debarán someterse a un desgastante juego de las sillas a sabiendas de que solo uno terminará dando con sus reales en el Senado.
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