En una edición de la semana pasada, glosando el conflicto municipal, se apuntó desde estas páginas la posibilidad de que, en algunas reparticiones municipales, funcionarios estuvieran firmando horas “módulo” (léase, horas extras) a sus empleados para extender los horarios de atención, buscando contrarrestar la falta de servicios que ocasionan las constantes asambleas y “quites de colaboración” del Suoem.
Según trascendió, no se trató de una hipótesis alocada. Muy por el contrario, en distintas oficinas así sucedió.
Atiéndase, por un momento, al absurdo que plantea tal situación: los municipales resienten los servicios que deben prestar encubriendo una huelga con asambleas diarias que, además, incluyen movilizaciones en el centro de la ciudad. Y por respuesta, reciben horas módulo para prestar por la tarde los servicios que se negaron a prestar durante la mañana. Una especie de incentivo a la protesta.
Difícil, entonces, que el sindicato decida interrumpir sus movilizaciones, siendo que encuentra tan amable financiamiento para continuar con su “plan de lucha”. Pero esto podría empezar a cambiar.
Desde esta semana, distintos funcionarios recibieron órdenes de empezar a registrar en planillas el nombre de los empleados que deciden abandonar sus lugares de trabajo para sumarse a las coloridas manifestaciones del gremio, que hace quince días va al choque directo de los vecinos con la intención de convertirlos en un instrumento de presión que convenza al Ejecutivo de ceder a sus demandas.
(Repasemos, sólo para dejarlo en claro, la matemática del asunto: el Suoem mortifica a los contribuyentes para que éstos reclamen al municipio que, en lugar de direccionar sus tributos al desarrollo de obras y la mejora de los servicios, los aplique a financiar la paritaria de un gremio cuyos salarios promedio duplican a los del sector privado; léase, los contribuyentes).
Ahora sí, sigamos. En éstas planillas, los funcionarios reflejarán -si obedecen- los horarios en los cuales los municipales, o bien no prestan servicios por ausentarse de sus reparticiones, o bien se esconden detrás del eufemismo “quite de colaboración” para permanecer inertes durante su jornada laboral.
¿Cuál es la finalidad de llevar esa cuenta? Puede haber varias.
La que primero viene a la imaginación es que el Ejecutivo ha resuelto empezar a descontar a los municipales las horas de su jornada laboral que invierten en perturbar el funcionamiento de la ciudad. Esto no sólo resultaría razonable, sino que además iría en total coherencia con la receta que la Provincia aplica a conflictos similares. El único “inconveniente”: una medida del estilo no se aplica desde los días de Daniel Giacomino al frente del Palacio Municipal. O al menos así lo recuerdan distintos delegados del Suoem.
Otra versión es que los listados apuntan a reconsiderar cuáles de estos empleados cumplen con las condiciones establecidas por la Ordenanza de Remuneraciones (N° 7974) para ser beneficiarios de las bonificaciones extraordinarias por “mano de obra especializada”, un resabio que data desde los tiempos de Luis Juez en el municipio, y que premia a los agentes municipales con un plus del 40 por ciento de sus salarios por realizar tareas que “por sus características sean de difícil cobertura” (¡?). La perfecta laxitud de la definición no es casual, apunta a que miles de empleados reciban caprichosamente el bonus.
Finalmente, otra hipótesis es que la instrucción de elaborar esas planillas solo apunta a disuadir a las bases de insistir con las manifestaciones y obligarlas a volver a los puestos de trabajo para que los negociadores del municipio y el sindicato puedan avanzar en un acuerdo.
En cualquier caso, la señal parece clara. Si el gremio puede paralizar la ciudad sin costo alguno, parece difícil cualquier desenlace que no termine en una defección hacia su reclamo.
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