El presidente Mauricio Macri cerró su campaña en Córdoba con un acto multitudinario, épico, como se había propuesto. Sabía que el electorado local le regalaría una de las muestras de apoyo más importantes de las que se tenga registro, comparable a la que recibió el radical Eduardo Angeloz en 1989.
“Lo que estamos viviendo nunca pasó, cientos de miles de argentinos salimos a calles a decir lo que sentimos con paz y amor. Dos millones de argentinos marchamos por el país, este octubre es histórico. Este octubre estamos haciendo patria”, expresó Macri visiblemente impactado.
Ante inapelable concurrencia, el líder de Juntos por el Cambio dejó dos mensajes centrales.
“Esta marcha no termina acá; tenemos una parada más que es el 27 (de octubre) y el 24 de noviembre, donde tenemos que consolidar esta esperanza que cambie la historia de argentina para siempre". Con esta frase Macri remarcó la necesidad de acumular más adhesiones para ingresar al balotaje.
“No dejemos que nos hagan dudar del país en el que queremos vivir. Es un momento de unirnos con convicción y no tropezar, otra vez, con la misma piedra. Siempre voy a estar con ustedes”. Segundo concepto que pretende reflejar que no está dispuesto a jubilarse de la política.
Los apodados “defensores del cambio” se desconcentraban de la mítica esquina cordobesa, sede de innumerables manifestaciones sociales y políticas. Los campañistas de Juntos por el Cambio contemplaban la escena. Afirmaban convencidos que hicieron “la mejor campaña posible”.
“Peleamos por dar vuelta la elección”, repetía Hernán Lombardi, titular de medios públicos e ideólogo de las marchas del “Sí, se puede” que, anoche en Córdoba, tuvo su edición final. Fuera de micrófono los análisis son más moderados: ubicaban en un 30 de 100 las posibilidades de ganar el pase dorado al balotaje con el candidato del Frente de Todos, Alberto Fernández. De todas maneras los inunda el optimismo ante la evidente reacción pública que generó el eventual regreso del kirchnerismo a Balcarce 50.
“No hay una ola de arrastre del ganador”, definió a Alfil el secretario general del PRO nacional, Francisco Quintana, mientras apuraba una gaseosa y atendía el llamado del jefe de gabinete, Marcos Peña, antes del acto. Citó otras variables como el “clima” que se vive en las plazas para apoyar a la fórmula oficialista y, a la vez, relativizó los cálculos matemáticos. Atesoran registros parciales que muestran movimientos a favor del ex Cambiemos en Mendoza, Entre Ríos y Jujuy, por ejemplo.
Si sube Macri o baja Fernández, si se ratifica el resultado de las PASO, o lo que suceda, el objetivo amarillo se ubica en el lunes que viene. Asumiendo que es una tarea titánica dar vuelta una elección tal como se presentó en agosto, el mandatario nacional necesita mejorar su cosecha como parte del remate a una “épica” que construyó en torno a su figura. El poder de convocatoria –como se adelantó en la edición del jueves- se usará para reconfigurar el rol del macrismo desde la oposición, siempre y cuando no ocurra el milagro.
Macri cerró el Córdoba, rodeado de su electorado, y con esa imagen se quedará su mesa chica para ordenar la crisis que sacudirá a Juntos por el Cambio, cuando salga de los efectos psicotrópicos de la campaña. “El único elector de la alianza en Mauricio Macri”, otra definición de Quintana en el bar del Hotel Amerian, donde casi toda la dirigencia cambiemita hizo la previa.
El triunfo ordena, naturalmente. Pero como hay que contemplar la derrota del domingo como una posibilidad concreta quien fuera el segundo de Peña en la Casa Rosada concluye que “no hay postmacrismo sin Macri”. Teléfono para todos aquellos integrantes del espacio que buscan mayor liderazgo desde la oposición.
¿Cuál es el lugar que ocuparía? Quintana sugiere la presidencia del PRO nacional. “Mauricio seguirá activo”, completa el exlegislador porteño. Allí estaría la llave para lograr la continuidad de Juntos por el Cambio si es que el kirchnerismo logra regresar al poder central. En Córdoba, el radical Mario Negri y el macrista Héctor “La Coneja” Baldassi seguirían siendo los referentes del macrismo (peñista), bien informado sobre los “juegos” de los integrantes de la filial local de la coalición.
Analizar escenarios posibles es una práctica sensata, pero los hombres del PRO prefieren aferrarse al entusiasmo, a los movimientos subrepticios de los votantes que los especialistas no pueden aproximar en sus informes y encuestas. Macri logró darle una fisonomía a su electorado y marcar la cancha al Frente de Todos que logró el triunfo en la encuesta real: la PASO.
El discurso de anoche alimentó esa grieta. “No nos vamos a quedar callados viendo como nos roban el futuro (…) No escuchemos a aquellos que destruyeron la Argentina, que con el dedito dicen que ellos son los que saben. ¿Qué saben? Nos dejaron el país destruido”, fustigó Macri.
Su compañero de fórmula, Miguel Ángel Pichetto, completó el trabajo al aprovechar los cuestionamientos que Fernández hizo al gobernador Juan Schiaretti y su estrategia de neutralidad. “Nosotros no vamos a presionar al gobernador de los cordobeses, fue Cristina Fernández la que abandonó Córdoba”, remató.
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