Después de la derrota nacional de Mauricio Macri en las elecciones generales de octubre se consolidó una nueva línea interna que utiliza -sin temor a represalias- su derecho de libre expresión política para cuestionar los desaciertos del Presidente y de su equipo de asesores, liderados por el jefe de Gabinete, Marcos Peña.
A nivel nacional, esa corriente la corporiza quien fuera el armador electoral de la primera etapa del macrismo y jefe de la Cámara de Diputados: Emilio Monzó. Su influencia en Córdoba se hizo fuerte con el envío de su discípulo, Nicolás Massot, y la excelente relación que trabó con un grupo de dirigentes como los diputados Javier Pretto y Gabriel Frizza, y el presidente del partido, Darío Capitani.
En ese grupo inicial se encontraban la titular del macrismo de la ciudad de Córdoba, Soher El Sukaria, y la vicepresidenta de la fuerza a nivel nacional, Laura Rodríguez Machado, hoy ambas alejadas del trió citado, por diferencias surgidas en la elección provincial de mayo y las compulsas municipales.
Todos ellos formaban el bautizado por este medio “PRO Orgánico” para diferenciarse de los famosos amarillos que lideraba Héctor Baldassi, en el marco de la interna local. Lo cierto es que el mapa del partido cambió profundamente y las divisiones son más amplias. Por caso, Massot, Capitani, Frizza y Pretto representa el monzoísmo que espera mantener su influencia en oposición a otros grupos que se van tejiendo entre el resto de los rostros expectables de la fuerza.
La renovación de autoridades de la Comupro, que se sustanciará este miércoles, era el primer test interno a superar. El monzoísmo local impuso su influencia y logró los votos para consagrar a Marcelo “Pato” Bustos, de Salsipuedes, como el jefe de la liga de intendentes que reúne a macristas, juecistas, vecinalistas y otras fuerzas. El responsable de Marcos Juárez, Pedro Dellarossa, se quedó con la ñata contra el vidrio, por segunda vez consecutiva.
Triunfó el monzoísmo porque se impuso el modelo de conducción que proponía. Bustos es un jefe comunal de la Unión Vecinal que tendrá como misión ampliar las bases del espacio con intendentes de diferente procedencia. No funcionaría como un reducto de poder exclusivo de PRO.
Una eventual victoria de Dellarossa, si sucedía, identificaría el espacio con el partido del Presidente. Nadie duda que la ciudad que gobierna se fundó y ganó por primera vez Cambiemos Córdoba, y es un hombre leal a la Casa Rosada. Los promotores de Bustos sospechaban que las acciones de la Comupro seguirían en consulta permanente con Buenos Aires.
Se sabe que la dupla Monzó-Massot son conocidos adeptos de la ampliación de Cambiemos. Hoy, con los resultados en la mano -y teniendo en cuenta que con la incorporación exclusiva del peronista Miguel Ángel Pichetto no alcanzó- invitan a hacer alianzas más amplias con referentes que “superaron la grieta” como los gobernadores Juan Schiaretti y Juan Manuel Urtubey (Salta). Son conocidos, además, su vínculos con quien sucederá a Monzó en el puesto y líder del Frente Renovador, Sergio Massa.
Precisamente, estas recomendaciones y relaciones hacen ruido a los dirigentes que apoyaban a Dellarossa como nuevo jefe de la Comupro. Desde su entorno, sólo se limitan a decir que Macri pidió al marcosjuarense “paciencia”. Pero este medio pudo saber que el hijo del mítico intendente de la ciudad del suedeste provincial, no se quedaría con los brazos cruzados.
Entre las opciones barajadas, como los radicales no mestristas hicieron en su Ente, suena la opción de romper e intentar “arrastrar” a algunos jefes comunales.
¿Qué querría evitar Dellarossa? Que la influencia del monzoísmo termine cultivando vínculos de los intendentes locales con el albertismo.
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