En el peronismo cordobés hablan de un “segundo bonus track” político. El primero fue cuando el año pasado los ex Cambiemos se partieron en dos listas y le regalaron un holgado triunfo al gobernador Juan Schiaretti,quien mucho antes del 12 de mayo ya había logrado imponerse en las urnas.
El segundo, dicen, está transcurriendo. Pandemia, dificultades sanitarias, incendios, crisis económica, el escándalo por el asesinato de Blas Correas, el caso Solange, los reclamos por la inseguridad…desde el oficialismo cordobés admiten que el escenario actual es altamente complejo para el mandatario cordobés. Sin embargo, reconocen que la situación política podría ser mucho peor si la principal fuerza opositora redireccionara la energía que hoy pone en las discusiones domésticas partidarias y apuntara todos sus cañones al Panal.
El gobernador, claramente, tiene otras urgencias antes que reparar en qué andan los referentes opositores. Sin embargo, sus principales espadas y operadores políticos miran con atención y hasta con cierto entusiasmo, cómo se están moviendo los aliados. Es más, entre los propios radicales, hay quienes le imputan directamente al peronismo de interferir en la vida institucional del partido.
“Mientras más se peleen, mejor para nosotros”, repiten desde el PJ Córdoba para referirse a las internas de alto voltaje que, en este momento, atraviesan al PRO y la UCR.
A los amarillos locales le acaban de postergarla interna desde Buenos Aires por lo que todavía persisten chisporroteos entre los distintos sectores involucrados; mientras que los boina blanca siguen sin encontrarle la vuelta a las diferencias en torno a qué hacer con el proceso de renovación de autoridades.
En tanto, los socios minoritarios como la Coalición Cívica reclaman la conformación de una mesa para ordenarse e institucionalizar la oposición, mientras que el Frente Cívico con Luis Juez a la cabeza avanza en su propio proyecto político.
Las disputas radicalesentre el sector del ex intendente Ramón Mestre y el del grupo Sumar se trasladaron también al Foro de Intendentes de la UCR donde el peronismo tiene particular interés de que la sangre llegue al río. Se trata del bloque que más alcaldes nuclea después del PJ, por lo que una fractura o división interna sería una buena noticia para un oficialismo provincial que quiere acumular más en el territorio.
El peronismo, que también deberá resolver en el corto plazo cómo encara el 2021 y si será o no de la mano de Alberto Fernández y el Frente de Todos, tiene muy en claro que si todas las partes de Juntos por el Cambio ensamblan nuevamente, la coalición arrasará electoralmente el año próximo. Casi que no esperan otro escenario que la derrota en los comicios de medio término.
Mientras tanto, a mayor desarticulación de la oposición, mayor tajada para un gobierno provincial que, de por sí, frente a situaciones de absoluta excepcionalidad como las que se viven por la pandemia, demostró no tener incorporado el ejercicio del diálogo político real con las fuerzas no aliadas. Apenas si allá por abril pasado tuvo lugar la única reunión que Schiaretti le dio a una parte de la oposición en el marco de la emergencia sanitaria por el coronavirus. Según reclamaron quienes allí estuvieron sentados, fue para la foto y nada más.
El gobernador que tiene como premisa de su gestión no reaccionar frente las críticas, hace que la oposición dé trompadas al aire cada vez que le reclaman algo. Schiaretti maximizó desde hace meses su estrategia de silencio público: la línea sugerida por sus asesores es no opinar sobre determinados asuntos (por lo que tampoco dialoga con los medios), y sólo se expresa sobre lo que quiere a través de las redes sociales.
Muestra de ello es lo que pasó la semana pasada cuando por Twitter saludó “al hermano Estado de Kuwait”,“con motivo del triste deceso de Su Alteza el Emir Sabah Al Ahmad Al Jaber Al Sabah”. Eso ocurrió mientras el fuego arrasaba distintos lugares de la provincia por lo que el mensaje destinado al país con el que Córdoba consiguió financiamiento para importantes obras, le valió fuertes críticas.
Si bien de por sí a la oposición le cuesta marcar agenda en Córdoba, en este momento particularmente, la balcanización de Juntos por el Cambio y la focalización de cada sector en resolver sus propios problemas, resultan el escenario ideal para la Provincia. Un gobierno que comenzó a sentir el desgaste de las dos décadas al frente del poder y al que también le esperan fuertes desafíos políticos de cara al proceso interno que se abre rumbo al 2023.
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