Desde ya hace algunas semanas, el precandidato a gobernador Luis Juez y sus acólitos participan de comilonas de camaradería con miembros del PRO Córdoba. En cenas y almuerzos bien regados, el también senador intenta llevar aguas amarillas para su molino.
El tutelaje inédito que el expresidente Mauricio Macri realiza sobre la filial local de su partido; la proximidad de la mesa que encabeza su histórico armador, Fernando De Andreis, con el radical Rodrigo de Loredo; y la especulación natural del patricismo y larretismo autóctono sobre la estrategia a seguir parea lograr ventajas en el 2023, son elementos que obligan a Juez a acelerar la rosca con los socios frente a la avanzada de un compañero de dupla legislativa con ambiciones que chocan con las suyas.
El PRO mantuvo ayer una acalorada reunión en la sede vecina al Bon Que Bon, a las dos de la tarde. La asistencia perfecta -es decir, todas las líneas internas representadas- anticipaba la importancia de la agenda a discutir. Se dieron cita las diputadas Soher El Sukaria y Laura Rodríguez Machado; el legislador Darío Capitani; el intendente de Marcos Juárez, Pedro Dellarossa; el titular del núcleo PRO Gente, Sebastián García Díaz y el presidente del sello, Javier Pretto, entre otros.
Empezando por el resultado, los amarillos arribaron a una conclusión, aunque el nivel de convicción es variable, como ya se verá.
En pocos días, el presidente del espacio, Javier Pretto, deberá oficializar los acuerdos recientes: el PRO insta a los aliados a firmar la alianza Juntos por el Cambio (JpC); exige cerrar el reglamento interno para la definición de candidaturas y plantea la interna como la malla de contención de la unidad.
En otras palabras, el PRO intenta acorralar a Juez reforzando el planteo de radicales, lilitos y otros socios minoritarios. Cabe recordar que el sucesivo fracaso de la mesa técnica y la multiplicidad de borradores circulantes terminó con acusaciones a los socios al Frente Cívico por “frenar” el proceso.
La discusión de ayer terminó con esa instrucción para Pretto porque asomaba como la políticamente correcta. En este período de engorde se espera una mirada endogámica en cada fuerza. El PRO no puede decir que aspira a conformarse con las migajas que caigan del banquete de los radicales y juecistas.
Sin embargo, esta posición de sentido común encontró resistencias internas. Fuertes contrapuntos y algunas “apuradas” con fines pugilísticos marcaron el mitin amarillo. La pata que representa la senadora Carmen Álvarez Rivero y su asesor, García Díaz, sostiene que la interna perjudica al partido y sugirieron apoyar los liderazgos emanados de la “versión más fuerte contra el kirchnerismo”, ganadora en las elecciones legislativas del año pasado.
La línea juecista del PRO encontró la rápida reacción del macrismo, pero en especial del armador larretista Capitani, quien rompió relaciones con Juez después de los entredichos con motivo de la aprobación del juego online en la Legislatura en diciembre.
García Díaz y Capitani cruzaron delaciones a viva voz. El primero lo acusó de ser funcional al peronismo; y el precandidato a intendente de Villa María le espetó lo mismo, pero del juecismo.
Pretto alcanzó a sugerir que el método de las encuestas sería el más acertado, pero leyó el humor de la mayoría de los presentes y rápidamente arrió esta sugerencia que lo acerca más a los intereses del Frente Cívico que del lote de amarillos que gritaban “no nos podemos dejar violar como partido”. Así de fuerte estuvo la sesión.
Dellarossa también quiso dar su opinión y reiteró la posición que ya había contado este medio. El ganador de la reciente elección municipal y precandidato a gobernador sostiene que la asamblea partidaria del PRO debe ungir al exponente de la oferta provincial y el resto de los anotados acompañar. La sugerencia chocaría con un potencial reglamento aliancista porque el peso específico de órgano de decisión se licua en el marco de una coalición, según le explicaron.
El grito de empoderamiento amarillo tiene a la macrista Soher El Sukaria y a Santos (representado en la reunión de ayer por su asesor, Diego Barberis) como los principales fogoneros. En concreto, saben que Macri quiere la interna sí o sí en Córdoba porque no digiere la idea de que sea Juez la cara de JpC. Esta línea sostiene -y su opinión es compartida por el larretismo local- que el PRO puede generar otra construcción con el acompañamiento del dos (quizás tres) presidenciables del partido.
Es cierto que el “gris” de Larreta sobre la vida interna de los aliados en provincias estratégicas no favorece la toma de decisiones tajantes. Tampoco Bullrich, que mantiene muy buen vínculo con Juez y mima a los suyos porque necesita anclaje territorial.
En las próximas horas, uno de los adalides del jefe de gobierno porteño, Eduardo Machiavelli, se reunirá con Juez para tomar distancia de la revuelta en la sede del PRO de calle Maipú.
El larretista Pretto no la tendrá fácil en adelante. Como presidente tendrá que asumir un bando. Cuando sugirió la encuesta, la rápida reacción lo obligó a asumir el compromiso de blanquear la posición mayoritaria de que el PRO Córdoba quiere algo más que buena presencia en las listas municipales, como sugirió en Alfil TV al asegurar que el partido debe encabezar el tramo. Ahora tendrá que oficiar de vocero del pelotón amarillo que quiere forzar a Juez a que se quede y compita; o que se vaya.
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