La dirigencia del PRO de Córdoba experimentó un meteórico crecimiento, proporcional a la acogida que recibió el presidente Mauricio Macri en la provincia. La evolución de los esquemas de poder dentro del macrismo porteño durante los últimos cuatro años impactaron negativamente en la filial amarilla con sede en la vieja casona de la Ucedé que, como si fuera poco, hoy busca erigirse entre los escombros de la explosión de Cambiemos para la elección provincial y la derrota nacional de octubre.
La primera etapa de la implosión PRO fue ampliamente comentada: la avanzada del jefe de gabinete Marcos Peña sobre el otrora armador político de Macri, Emilio Monzó, colocó en una situación de incertidumbres al núcleo de armadores original: Javier Pretto, Darío Capitani, Gabriel Frizza, Soher El Sukaria y Laura Rodríguez Machado. Los tres primeros siguen alineados con el dirigente nacional filo peronista, mientras que las mujeres cimentan sus lazos con el equipo que escucha los consejos del ecuatoriano Jaime Durán Barba.
Sin embargo, al quiebre hay que marcarlo en las elecciones de mayo. Allí, el PRO orgánico –para diferenciarlo de la línea que encabeza Héctor “La Coneja” Baldassi- comenzó la negociación con Ramón Mestre, con la intercesión del discípulo de Monzó, Nicolás Massot, para terminar por orden la Casa Rosada (ergo Marcos Peña) negociando en desventaja con el Grupo Balcarce, integrado por Mario Negri, Baldassi y Luis Juez.
Sin más remedio que la resignación, el PRO formó la alianza Córdoba Cambia que tendrá representación en el Concejo y en la Legislatura provincial.
Ahora, con el diario del lunes, ¿cuáles son las probabilidades de que el espacio logre un funcionamiento homogéneo teniendo en cuenta los traumas de su gestación? Escasas. Al menos, el macrismo en la Unicameral ya tomó una decisión.
Darío Capitani y Silvia Paleo lograron sus escaños para el período 2019-2023 en la lista de legisladores que patrocinó el radical Negri, pero se moverán con independencia. Esto es, tendrán un bloque propio al que intentarán sumar al dirigente amarillo de Traslasierras, Raúl Recalde y al baldassista Alberto “Tucho” Ambrosio, ambos integrantes del espacio Córdoba Cambia.
En concreto, en el período legislativo actual, los partidos que componen Cambiemos funcionan en bloques separados. Pero el escenario que se viene promete otros agregados que, si los macristas lo capitalizan, podrán detentar una posición de ventaja.
El presidente del PRO parece determinado a no ceder la independencia legislativa del espacio. Con Paleo, y el mejor de los casos con Recalde y Ambrosio, el macrismo ganará influencia en el recinto. Incluso, si finalmente no se logra armar un interbloque real, podría condicionar a Córdoba Cambia. Con la declaración de autonomía, los dirigidos por Capitani podrían hacer acuerdos con la UCR o bien con Hacemos por Córdoba sin condicionamientos previos.
Ahora bien, si este bloque propio funciona totalmente escindido de Córdoba Cambia y asistimos a una ruptura concreta, el negrismo quedará en clara desventaja al verse en peligro la primera minoría.
El contexto determinará la evolución de las jugadas. Macri se ofrece como líder de la oposición, pero sus aliados piden horizontalidad a la hora de reconstruir Juntos por el Cambio. En Córdoba, el 61% que logró el presidente se abre como un manantial próspero para la pesca en 2023.
Pero para pensar a futuro, varios espacios necesitan fortalecerse. Y este es el caso del PRO local que perdió intendencias y ahora no tendrá el respaldo de la Casa Rosada para sumar adhesiones en el proceso de rearmado. A su vez, la dirigencia se encuentra dividida y ya excede la vieja división “fundadores” versus “famosos”.
Cabe recordar que el macrismo renueva autoridades de su foro de intendentes –Comupro- y elegirá autoridades partidarias el año que viene. Los recintos legislativos funcionarán como base de armados internos.
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