John Boretto asumió ayer el rectorado de la UNC con quorum perfecto. En el acto celebrado en el Pabellón Argentina de la Ciudad Universitaria estuvieron todos. El intendente Llaryora, funcionarios de la Provincia, legisladores nacionales y provinciales, dirigentes universitarios de la oposición, gremialistas. Nadie le sacó el cuerpo a la foto y el suyo fue un buen discurso.
Pero el desde ayer radical más prominente en la provincia en un cargo ejecutivo, asume en un contexto económico que remite a los peores momentos del país sino directamente a la crisis de 2001. Si nos ceñimos linealmente a aquel momento no hay de qué preocuparse. El entonces ministro de Economía Ricardo López Murphy había dispuesto un recorte del 13% en los sueldos de los empleados públicos.
Tamaño desatino a expensas de los trabajadores más esforzados y productivos del país fue conjurado aquella vez por el entonces rector en la UNC, Jorge González, con tickets y otras dispensas, lo que sustrajo a los universitarios de tan atrevida exacción. González junto a gremialistas y estudiantes encabezó marchas de protestas por las calles de la ciudad. Pero la quita duró poco y la ley del réprobo fue derogada. Finalmente, nuestros jueces vinieron a poner orden en el país y el dinero descontado les fue restituido a todos los agentes públicos. Es decir, los universitarios recuperaron la quita dos veces.
Pero en este estadio, la crisis fiscal del país parece en un punto terminal. Aunque sea casualidad, la asunción de Boretto fue en la víspera de los recortes en los gastos que anunciará el nuevo superministro de Economía. Habrá que ver qué resultados tendrá el achique, cuáles los márgenes de tolerancia del kirchnerismo duro y qué de sus resultados.
En el mejor de los escenarios –el éxito aunque sea parcial de las medidas- será un recorte de gastos. Pero la universidad, autónoma ella, funciona con asignaciones del Estado, más algunos pequeños -en escala presupuestaria- ingresos por la venta de servicios a privados, cursos y posgrados. Es decir, el ajuste le llegará. La otra hipótesis mejor no analizarla: hiperinflación y catástrofe.
Este no será el único pero sí el principal problema que deberá afrontar Boretto. Tendrá algunos alicientes: el 90% o más del presupuesto universitario son sueldos y estos se negocian en paritarias nacionales en Buenos Aires. Si se producen paros y huelgas la UNC pondrá, en todo caso, las calles y las aulas. Pero el gremio docente en la UNC no es precisamente beligerante y el que sí lo es, la Gremial San Martín que nuclea a los no docentes, está desmovilizado.
En el ordenamiento político interno de la administración Boretto todo está por verse. Se ha anunciado para el próximo martes 16 una sesión del Consejo Superior, en la que este organismo deberá validar el nuevo esquema de secretarías que ha pensado el nuevo rector para su gestión, pero nada se sabe de nombres. Solo trascendió que tambalea Roberto Terzariol en la Secretaría General, el cargo más importante en la UNC después del rector. Tanto lo es que asume o se lo remueve con mayoría agravada del Superior.
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