Esto se sabe desde hace mucho pero conviene recordarlo: cuando el radicalismo pierde en las tres jurisdicciones del Estado (Nación, Provincia y Municipio) hay congestión de dirigentes de la UCR en la política universitaria. Lejos de una fortaleza, podría indicar una debilidad. Inversamente, el peronismo nació en el poder (1943), lo habita casi como su lugar natural y en la universidad pública es un intruso. (Esto ha dejado de ser así en los últimos años, al menos en Córdoba, con esta versión de “peronismo corregido” que inauguró el tándem De la Sota/Schiaretti, de más calidad institucional y mayor inserción en la UNC, donde sus alfiles, aún dispersos, son ya segunda fuerza estudiantil).
Esta remisión del radicalismo en el último cuarto de siglo –con apenas una presencia en la Nación como socio menor del PRO entre 2015-2019, y el paso, sin ulterioridades, de Ramón Javier Mestre por el municipio capitalino- explica, en parte, la estructura u organigrama que propuso el rector John Boretto y que ayer aprobó el Consejo Superior, por unanimidad y sobre tablas.
Esta “ley de ministerios” prevé una estructura de tres Prorrectorados con otros tantos funcionarios que ocuparán otras tres prominentes figuras de la política universitaria local. Estas áreas son:
- Fortalecimiento Institucional, Desarrollo Territorial y Cooperación Interuniversitaria, básicamente el Campus Norte, sobre la Ruta 9 Norte a la altura de Juárez Celman. Es una iniciativa que puso en marcha el ex rector Hugo Juri con su amigo liceísta, el gobernador Juan Schiaretti, de la que también participan las autoridades de la mencionada localidad. Ya se ha levantado una importante infraestructura y hasta está en marcha un complejo habitacional de 200 viviendas. Es el pro rectorado, de lo que hasta ahora puede observarse, con más consistencia y contenido. Estará a cargo de Marcelo Conrero.
- Gestión y Fortalecimiento Institucional, donde se lo menciona a Pedro Yanzi Ferreira.
- Cooperación Interuniversitaria, probablemente a cargo de Rogelio Pizzi.
Esta superestructura transversal de jerarquía intermedia entre el Rectorado y su gabinete, podría verse no necesariamente como un crecimiento de la pirámide de funcionarios, si se advierte que las áreas de gestión creadas en 2016 quedan sin efecto y sus funciones son asumidas por las secretarías correspondientes.
No obstante, se crean, además, cinco nuevas secretarías y dos unidades centrales: Posgrado; Innovación y Vinculación Tecnológica (reemplaza a la antigua Subsecretaría de Innovación, Transferencia y Vinculación) Planeamiento Físico (sustituye al Área de Planificación Institucional Estratégica); Bienestar Universitario y Modernización (abarcará las funciones de las anteriores Secretaría de Asuntos Estudiantiles y Secretaría de Innovación en la Gestión); Políticas de Sustentabilidad (asistirá al Rectorado en la formulación y ejecución de políticas que incluyan y consoliden la sustentabilidad en las funciones de la Universidad, en la gestión de los espacios físicos, así como en iniciativas destinadas a fomentar y promover la participación de la comunidad universitaria en las distintas escalas de intervención; Unidad Central de Comunicación Institucional (concentrará las funciones de la ex Prosecretaría de Comunicación Institucional).
Más allá si se trata de un crecimiento o decrecimiento de la “nomenklatura” de funcionarios rentados en la UNC, se advierte con claridad la intensa vigilia del oficialismo (principalmente de origen y filiación radical) en la casa de estudios. Aunque también es cierto que todos los oficialismos universitarios, a excepción del kirchnerismo, son estructuras políticas transversales, y por lo tanto deben generarse lugares para todos sus miembros.
Adicionalmente, digamos que para el gerenciamiento de esos armados hay pocos dirigentes en la UNC tan dúctiles como Boretto, el rector con más poder después de Carolina Scotto.
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