Mié 17/12/2008
Sergio Altamirano: “El debate de la música gratis es mucho más amplio que compararlo con el robo de un auto. Internet ofrece la fantástica posibilidad de un nuevo tipo de acceso a la cultura (sea un disco, un libro o una película) y a la vez plantea una amenaza al uso de una gran cantidad de creaciones protegidas por legislaciones como los derechos intelectuales. Esto plantea un doble problema: por un lado, las grandes compañías y los autores de obras ven vulnerados sus derechos y acusan a las nuevas tecnologías de facilitar la `piratería´, y las pérdidas económicas que esto les ocasiona. Pero por otro lado hay gente que se pregunta qué sucede con las pérdidas que surgen del `no compartir´ el conocimiento y el no poder construir o crear a partir del trabajo de otros. Y no estamos hablando sólo de pérdidas económicas de aquella gente que puede explotar el conocimiento compartido (hoy monopolizado por las grandes compañías y unos pocos artistas), sino lo que pierde la humanidad por aquellas obras que nunca vieron la luz porque los Derechos de Propiedad Intelectual se encargaron de interumpir el proceso creativo. ¿Alguien imagina a Mozart, Beethoven, etc. condicionados por la industria de la música? Hoy las obras creativas (artísticas, científicas, culturales) son vistas como un producto regido por el mandato del mercado, que cuando dejó de producir utilidades era eliminado con la misma rapidez con la que fue creado. Esto es lo que llamamos cultura consumista. Hoy a través de Internet tenemos la posibilidad de cambiar este concepto, de dirigirnos de esta cultura pasiva (la cultura del consumidor, digitalizado por las grandes compañías) a una cultura activa, que se enriquezca a través de la retroalimentación que provoca el poder competir, crear y recrear la cultura, convirtiendo el arte en algo orgánico que se expanda hasta límites inimaginables”.
Qué tema para que meta la cuchara mi amigo Martín Carranza Torres (ojalá tenga tiempo). Opiná vos también acá.
Fernando Medeot: “Chau Gordo querido... No sabés cómo voy a extrañar tus abrazos cargados de cariño, las largas charlas sobre la vida, tu amistad declarada, las eternas llamadas para contarnos alguna pequeñez, tu capacidad para juntar en segundos a todo el grupo de fieles amigos. Fuiste un tipo derecho y honesto. Mi pena es más profunda porque conozco que tu último tiempo, que estuvo cargado de problemas y no eras el Marcelo feliz que conocí hace 15 años. Sin embargo siempre encaraste para adelante. Te quiero mucho, mi gran amigo...”.
Todas las despedidas (hermosas, sentidas) aquí.