Aunque el gris tiene una connotación negativa en la cultura occidental (a los días tristes se los califica de grises), en Oriente sucede todo lo contrario ya que es símbolo de serenidad y la sabiduría.
El “hijo” del blanco y el negro comenzó a ganar terreno entre los neutros y llega para jugar con los colores en distintas texturas. El gris mantiene su vigencia en cualquier época del año y se complementa con cualquier tono. De esta manera, puede implementarse con el microcemento y hormigón visto en ambientes de alta circulación y trabajo como la cocina.
Para el living, los expertos recomiendan utilizar un gris más claro y -por qué no- aproximándose al plateado con destellos perlados. Esto genera “agranda” el espacio y trabaja en conjunto con el sol para reflejar la luz.
A las habitaciones, en tanto, el gris les aporta un toque de distinción y sofisticación. Se puede optar por pintar tanto una pared como incluso incorporar mobiliario en ese tono. El color, dado que se trata de un lugar de descanso y relajación, necesita ser más apagado aunque puede cortar con accesorios llamativos.
¿Con qué colores combinarlo?
En la esfera cromática, el gris se encuentra en el centro por lo que va con cualquier tono.
De todos modos, eligiendo los colores adecuados podemos conseguir los siguientes estilos:
- Cocooning: cuando se combina con colores pastel. Así se crea una atmósfera romántica.
- Elegante: se consigue con la incorporación del azul oscuro.
- Ambiente acogedor: si uno busca algo más “hogareño” el wengue es lo más adecuado. se complementa con tonos crema.
- Vibrante: el rojo es el mejor amigo del gris si se quiere resaltar algún espacio del ambiente. Sin embargo, también se puede conseguir un efecto similar con el amarillo que está de moda asomándose tímidamente entre pequeños accesorios como tapizados, cuadros y ornamentos.
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