“Quienes lo conocen lo hacen porque se enteraron del boca en boca y creo que ahí también radica el misticismo de este espacio que hoy en día se encuentra habitado por artistas, arquitectos, diseñadores, fotógrafos, músicos, actores y publicistas”, nos cuenta Pablo Dellatorre, diseñador y responsable de Corazón de Manzana.
Se trata de un edificio de 12 viviendas de 42 metros cuadrados - con 10 m2 de terraza- donde predomina la madera con un entramado inspirado en las hojas de palmera de la playa: “quise darle esa impronta al lugar para que parezca una posada, un espacio de refugio para los artistas”, agrega Pablo.
El clima de posada se logró gracias a los materiales que se incorporaron (sobre todo la predominancia de la madera), el quincho de uso común y la pileta.
Todos los muebles del espacio son de madera reutilizada como así también la decoración de cada vivienda. “La idea es que la arquitectura e interiorismo vayan más allá de la estética y generen algo en la persona, quiero estimular de esta forma”, especifica.
Escenarios
Para Dellatorre, “cada espacio es un escenario” por eso se centra tanto en los detalles y reutilización de materiales.
“Los lugares que intervengo junto a mi equipo intentan reflejar un estilo de vida, pero de buena vida y de eso se trata Corazón de Manzana, la buena vida en la playa”, bromea.
Sello propio
Cuando uno ingresa a cualquier local en el que intervino Dellatorre como Cundeamor, Alcuza, Ochre, entre otros, encuentra un no-sé-qué-que-qué-sé-yo que da cuenta que se trata del artista. ¿Por qué? “Siempre me dicen eso y creo que tengo un estilo fuerte y marcado: cada espacio es único pero sí mantengo una línea en común que es el reciclaje de materiales y la reutilización”, reflexiona.
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