La Casa Naranja, ese ícono cordobés que soñó David Ruda para que albergue el trabajo de 700 personas, hoy se está redefiniendo. Del mismo modo que otros edificios corporativos, después de la pandemia se impusieron otros modos de trabajo y con ellos, otras maneras de habitarlos (o deshabitarlos).
El edificio se inauguró en 2015 y en él se invirtieron (en ese momento) unos $ 300 millones (poco más de US$ 33 millones, en esa época). Son 13 pisos y 14.500 m2 cubiertos, que dieron lugar a más de 700 puestos permanentes de trabajo.
Pero claro, eso quedó atrás después de la pandemia (y de que Naranja X llevara buena parte de su operación a CABA). En la compañía la política de trabajo es híbrida (remota/presencial) y cada líder define en conjunto con su equipo los espacios y formatos de trabajo en función de las necesidades y valor que genera.
Así, empezaron a experimentar con algunos espacios. Algunos runrunes decían que había un coworking. ¡Error! No es tal cosa. "Generamos un espacio común, en donde Naranja X se conecta con la comunidad emprendedora local. Convocamos a referentes del ecosistema; y disponibilizamos el 3º piso de Casa NX para que las startups puedan venir a trabajar”, resume Silva Jachevasky, CMO en Naranja X.
Concretamente por el tercer piso de la Casa Naranja pasan 95 personas que trabajan en 20 Startups (muchas fintechs) y 3 incubadoras corporativas. El espacio es sin costo. Lo que sí le piden a los invitados amigos es “un compromiso/pedido de generar algún intercambio o contenido de valor para la comunidad emprendedora”.
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