Somos definitivamente un país pobre
Intelectual, historiador, periodista, político, ex ministro y Jefe de Gabinete, Rodolfo Terragno tiene una lectura clara del momento económico mundial y las posibilidades que se abren para Argentina en los próximos 5 años. Como Bioy Casares, prefiere no ser ni optimista, ni pesimista, sino simplemente mirar con inteligencia a dónde estamos y por dónde deberíamos transitar de aquí al 2013.
- ¿Qué se puede esperar del contexto global en los próximos 5 años? ¿Un EE.UU. con un poder económico menguante en relación a China o no va a ser tan así?
- Me parece ante todo que es prudente fijar para la prospectiva un período de 5 años. Borges decía que al hombre no le ha sido dado imaginar el futuro y sólo puede conseguirlo como una acentuación del presente. Y esto es así: uno hace un esfuerzo de superar el presente pero no lo puede hacer a 20 años. Creo que 5 años es una medida prudente porque permite prever cómo pueden desarrollarse tendencias presentes. Una es ésta: que EE.UU. pueda caer en desmedro de China. Lo que ocurre es que EE.UU., que es y seguirá siendo la primera potencia, ha entrado en una meseta con riesgo de declinación en algunos aspectos y China con 1.200 millones de habitantes ha entrado en una curva ascendente que entre otras cosas ha modificado y va a seguir modificando el comercio mundial porque implica una alteración de la demanda que modifica todos los precios internacionales, particularmente las materias primas.
- Pero pareciera que China también tiene sus problemas ahora...
- Sí, sí... China va a tener sus dificultades, ya las tiene. El presidente Hu (Jintao) ha anunciado que no se puede esperar un crecimiento continuado a las tasas que ha tenido en los últimos 5 años... Yo creo que va a haber dificultades en China, esto no es lineal. Pero también tenemos India y -en menor medida- Rusia, que están alterando la demanda y por lo tanto provocando una suba de precios que difícilmente se revierta en estos 5 años. Los alimentos no se van a abaratar y esto es una oportunidad para los países proveedores de alimentos.
- ¿Esta oportunidad es igual para todos en la región, o más para Brasil?
- Yo diría más para la Argentina que para Brasil. Si bien Brasil se ha convertido en el mayor exportador mundial de carne y ahora se ha propuesto alcanzar a la Argentina en soja, la Argentina tiene mejores condiciones, aunque me parece que Brasil tiene mejores políticas.
- Bien, bien... supongamos que nos ponemos inteligentes y aprovechamos esta coyuntura: ¿qué deberíamos hacer con estos ingresos extraordinarios?
- Creo que hay que usar los agrodólares para construir la sociedad posible, usarlos como una fuente de financiamiento.
- Y en qué tres prioridades invertirías...
- Educación, ciencia y tecnología. Creo que en nivel educativo estamos descendiendo. En desarrollo científico estamos limitados y en tecnología lo estamos aún más. Yo pondría el énfasis en estas tres cosas que habitualmente no se consideran parte de la política económica. Nos hemos acostumbrado a creer que la política económica consiste en manejar las llamadas variables macroeconómicas. Nos parece que un plan de educación o un plan de desarrollo científico no integran una estrategia económica.
- Bueno, todos coinciden en que hay que mejorar la educación...
- Yo creo que no hay ningún acuerdo en eso...
- En lo declamativo, digo: ¡hay que promover la educación!
- Bueno eso es lo mismo que decir si se está a favor o en contra de la maternidad o a favor de la felicidad… (risas)
- ¿Alcanza con darle más presupuesto a la educación?
- Un buen presupuesto es condición necesaria pero no suficiente. Pero acá no hablamos de las cosas importantes, por ejemplo, cómo contener a los alumnos cuando la idea del esfuerzo y la disciplina tienen un sentido negativo. Tenemos universidad sin examen de ingreso lo cual es disparatado. Tenemos una reacción contra los exámenes, lo cual es disparatado. Tenemos una educación muy complaciente. Prima la idea de que la disciplina en sí misma es represiva, cosa que únicamente se puede sostener en una sociedad que ha pasado muchos años bajo una dictadura y hace una reacción exagerada. Ninguna sociedad democrática cree que la disciplina en la universidad y en la escuela sean parte del fascismo…
- Volviendo al plano regional Brasil, hay que admitirlo, se despegó como potencia regional. ¿Tenemos que empezar a adscribir nuestras políticas a esta gran potencia regional? ¿De qué manera?
- Pero Brasil no es que se despegó, Brasil siempre fue. Me parece una cosa tan vana eso de comparar la Argentina con Brasil... nunca se pudo comparar. ¿A quién se le ocurre comparar a la Argentina con Brasil? ¿Desde qué punto de vista? Brasil tiene casi 5 veces más población que la Argentina. Brasil tiene Embraer que -junto a Boeing y Airbus- son los principales productores de aviones del mundo. Brasil es la sexta economía del mundo. Tiene las sextas reservas petroleras del mundo. ¿Desde cuándo la Argentina se puede comparar con Brasil?
- Al menos en el imaginario de la formación del Mercosur era la reunión de un hermano mayor y uno menor y ahora parece que es entre un padre y un hijo…
- No, no, no. Yo tampoco creo eso. En primer lugar, una asociación como Mercosur o como la Unión Europea es una asociación de dispares, no de pares. Entre Alemania y Portugal hay una diferencia extraordinaria… Pero la unión beneficia a todas las partes. Yo creo -y esto no lo creo sólo yo, lo cree Roberto Mangabeira Unger que es el hombre que está planificando el futuro del Brasil como director de Estrategia del gobierno de Lula- que Brasil necesita de la Argentina.
- El mayor necesita del menor...
- Sí. Brasil necesita de la Argentina. Primero porque hace falta para tener una unión regional, una división del trabajo. Así como Brasil se especializó en aeronáutica, la Argentina tiene una capacidad extraordinaria para la especialización en software. Por eso creo que es absurdo que la Argentina se ponga a competir con Brasil por ver quién es más importante. Brasil es más importante que la Argentina en el mundo. Ahora, no tiene que ser ni el hermano, ni el padre. Es un socio. Y es una sociedad que es de mutua conveniencia. Alemania y Francia, han ganado muchísimo, pero muchísimo con la Unión Europea.
- Hablaste de Mangabeira Unger y uno de los planes que debe estar presentando ahora es el desarrollo de la Amazonia. Y acá se han escuchado algunas voces sobre el agua como uno de los activos estratégicos. ¿Vos lo ves así o hay mucha ficción en eso de “vienen por el agua”?
- Es tan ridículo… (risas).
- Yo pensaba lo mismo, me gusta escuchar que lo digas…
- Primero: la idea de que la Argentina es un reservorio del agua, ¿quién dijo eso? ¿De dónde? ¿Quién ha estudiado para decir eso?
- Sale en Wikipedia (risas): es una de las cuencas acuíferas más importantes del mundo...
- Una cosa son las fuentes acuíferas. Pero qué quiere decir ¿que van a venir a explotar y van a llevar botellas de Villavicencio, de Eco, al mundo? No tienen ni idea de lo que es desde el punto de vista económico.
- En todo caso podríamos exportar agua...
- ¡Claro! Suponiendo que fuera así -pero no es así- entonces la Argentina tendría un negocio fenomenal porque no pueden venir a robarle el agua. Le venderíamos agua al mundo. Si fuera así tendríamos que estar muy contentos. La diferencia que hay entre el rico y el pobre es que el pobre asocia riqueza a lo que tiene y el rico asocia la riqueza a lo que puede tener. Si un pobre se gana en la lotería un millón de pesos, su riqueza es un millón de pesos y lo único que sabe es cómo gastar ese millón. Si uno le da un millón de pesos a Bill Gates dentro de 5 años tiene 100 millones de pesos porque él lo que hace es tomar ese millón como la base de lo que puede tener. Con los países pasa lo mismo. Un país pobre asocia su riqueza a las cosas que tiene aunque no las sepa explotar, aunque no tenga capital ni tecnología para explotarla. Las quiere atesorar. Un país rico tiene una mentalidad diferente. Un país rico si tiene agua en un mundo al que le falta agua comienza a desarrollar el negocio del agua. Aquí en la Argentina hay temor de que vengan a llevársela...
- En ese contexto la Argentina es un país pobre…
- Claro que es un país pobre.
- Bien... la última: en términos generales para estos próximos 5 años ¿sos optimista y en función de qué o no?
- Bioy Casares decía que tanto el optimismo como el pesimismo son cuerpos extraños en la inteligencia. Y, en la medida de lo posible, uno tiene que tratar de ser inteligente, no de ser optimista o pesimista. Yo creo que nuestras posibilidades dependen de lo que hagamos. Por ejemplo, sin entrar demasiado en temas polémicos de actualidad, si en el momento en que es negocio vender algo nosotros ponemos impuestos a la venta de ese producto para que no se pueda vender, matamos a la gallina de los huevos de oro. Vuelvo a lo de Lula en Brasil que les dijo a los productores: vamos a hacer una cosa, ustedes tienen que comprometerse conmigo a abastecer al mercado interno a precios accesibles y el Estado les va a dar beneficios impositivos, crediticios, de otra naturaleza para facilitar la duplicación de la producción porque tenemos que aprovechar esta oportunidad. Ustedes tienen que exportar más, ganar más, el fisco tiene que cobrar más y la gente tiene que tener precios razonables. A mí eso me parece una política necesaria y no es lo que se ha hecho en la Argentina.
Entrevista: Íñigo Biain
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