¿Tenés algún influencer favorito? ¿O nunca te prendiste en esta? Mirá, te cuento, según el informe “2025: El futuro del consumo en redes sociales en América Latina”, el 77% de los encuestados prefiere leer la reseña honesta de un usuario común que cuenta su experiencia real con un producto, frente al escaso 7.6% que aún confía en la palabra de un influencer.
Esto refleja un cambio profundo en los hábitos de consumo online: los usuarios quieren autenticidad y transparencia, no solo publicaciones perfectas patrocinadas.
Livia Gammardella, directora de Marketing y Digital en LIPR, explica que esta caída de confianza no es casualidad. La tendencia de “des-influencia” arrancó en 2023 en TikTok, Estados Unidos, como una forma de cuestionar el consumismo excesivo promovido por algunos influencers. Hoy, esta movida también se siente con fuerza en América Latina.
Pero, ¿qué dicen los números? LIPR encuestó a 1.800 personas en seis países (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México y Perú) y encontró que:
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Solo el 37.7% confía en las publicaciones patrocinadas por influencers, una caída significativa desde el 58.1% en 2022.
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Las reseñas de usuarios comunes (77%) lideran la preferencia al tomar decisiones de compra, superando incluso a las reseñas de las propias marcas (15.4%).
El auge de los microinfluencers
Mientras los grandes influencers (con más de 100.000 seguidores) pierden protagonismo, los microinfluencers (con apenas 10.000 seguidores) ganan terreno. Plataformas como TikTok, conocidas por su espontaneidad y alcance orgánico, están desbancando a Instagram como el hogar de estas voces auténticas y de nicho.
El 2024 estuvo marcado por varias controversias en la región, con influencers promocionando productos dudosos. Este tipo de episodios no solo mina la confianza de los consumidores, sino que también empuja a las marcas a reconsiderar sus estrategias. Muchas ya están redirigiendo presupuestos hacia microinfluencers, considerados más cercanos y confiables.
¿Qué significa esto para las marcas? Livia Gammardella destaca que no se trata del fin de los influencers, sino de una evolución. “Las marcas deben enfocarse en contenido generado por usuarios y en asociaciones con influencers de nicho que reflejen sus valores de manera genuina”, sugiere. Además, empoderar a los propios clientes y empleados como embajadores de marca podría ser la clave para recuperar la confianza.
“Hoy, los consumidores buscan relaciones más reales en línea, como las que tendrían con un amigo”, concluye Gammardella. Este enfoque podría transformar la des-influencia en “re-influenciamiento”, donde la clave no sea vender, sino conectar.
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