En la industria que fabrica automóviles hay pocos consensos (todos creen hacer mejores vehículos que su competencia), pero sí una coincidencia básica: el futuro será de los vehículos eléctricos y autónomos.
En ese camino hacia la electrificación (Europa ya inició la cuenta regresiva a 2035 donde solo aceptará nuevas unidades con esta tecnología), algunas empresas entienden que en Latinoamérica habrá que hacer una parada en los modelos híbridos (hasta que se desarrolle la red de carga pública), otras impulsan el desarrollo de esa red desde ahora y hay -incluso- empresas que apuestan a "exprimir" los motores a combustión haciéndolos cada vez menos contaminantes.
En esa hoja de ruta, también aparecen otros caminos -por ahora- secundarios: tecnologías de propulsión como el Hidrógeno Verde también son investigadas y probadas. Pero si hoy viajáramos al 2030 seguramente la tecnología dominante en esta región serán autos electrificados con baterías (posiblemente de ion de litio, mientras emerge la nueva generación de baterías "de estado sólido").
Por las particularidades de Latinoamérica, ¿serán autos solo con motor eléctrico o con un formato híbrido enchufable? Seguramente convivirán tecnologías: autos a combustible fósil (cada vez más baratos, cada vez más restringidos por los gobiernos), modelos híbridos e híbridos enchufables (con dos motores) y autos 100% eléctricos recargables en la red domiciliaria, estacionamientos y “electrolineras”, el neologismo derivado de las actuales “gasolineras”.
¿Y la conducción autónoma? Ahí la cosa viene más lenta en la región y en el mundo: no es sencillo hacer converger el hardware (sensores y procesadores), el software (el cerebro que los maneje y tome ¿todas? las decisiones) y la vida real misma, con imprevistos, carreteras de distinto formato, perros, niños y un sin fin de objetos que pueden cruzarse delante de un vehículo autónomo.
El camino hacia ese futuro, parece, será en etapas que nos irán liberando distintas funciones y partes del cuerpo humano que usamos en la conducción:
- Sin pies (o con un solo pie): de los tres pedales (embrague, freno y acelerador), el primero se va despidiendo a medida que avanzan las transmisiones automáticas (y los eléctricos son todos así). Pero además, Nissan desarrolló un e-Pedal que combina acelerador y freno (aunque no elimina este último).
El control de velocidad crucero que tienen la mayoría de los nuevos modelos, incluso, permite "setear" una velocidad y conducir en autopistas sin usar los pies. Un primer alivio.
- Dejar de usar las manos será el segundo gran escalón: los sensores que detectan autos delante, a los costados y hasta los carriles de una ruta o calle, permitirán mantener la dirección en buena parte de los trayectos. Sistemas avanzados ya permiten conducir sin manos, los fabricantes siguen aconsejando llevar siempre las manos sobre el volante.
- Finalmente, la liberación total ocurrirá cuando los sistemas de aceleración, frenado, cambio de carril, giro y todas las tareas hoy manuales pasen a ser autónomas y los pasajeros puedan ir usando su teléfono móvil (sí, hay un tono de ironía aquí) mientras "manejan".
Dejar que las máquinas manejen solas puede no entusiasmar a algunos, pero los datos hoy son abrumadores: 90% de los accidentes suceden por causas humanas, explican desde Nissan en el marco de su Innovation Week que mira el futuro de la movilidad.
Autos sin emisiones (o con muy pocas emisiones) de CO2 en toda su cadena de producción, silenciosos (ojo, ahí hay un tema a resolver en los entornos urbanos porque no "avisan" de su llegada), con computadoras interconectadas a bordo que indicarán qué hacer y que harán buena parte de las tareas, todo en un ecosistema de calles y ciudades conectadas. Suena bien, suena posible. Veremos si finalmente sucede así.
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