¿Delegar? ¿No debería hacerlo yo? Respuesta corta: no. Una empresa, se sabe, es un organismo vivo. En ella hay roles y responsabilidades, pero, en ocasiones, otras personas tienen que ocuparse de “nuestras” tareas. Esto requiere una habilidad que no todos tienen: saber delegar.
Ante la resistencia para hacerlo suelen aparecer algunas excusas: “nadie lo hace tan bien como yo”; “no se puede confiar en nadie”; “no tengo tiempo de enseñar cómo se hace”; “los demás ya tienen mucho trabajo”, “soy la única persona que sabe bien cómo hacer esto” o “la última vez que delegué algo salió mal”.
Primero, una aclaración: delegar no es “revolearle” a otro un montón de acciones para sacarse cosas de encima. Tampoco es repartir tareas, dice Paula Monte, CEO de la consultora empresarial PM.
En cambio, delegar sí es asignarles a los colaboradores una parte de las tareas que habitualmente corresponden a la dirección o a las jefaturas. Estas asignaciones pueden ser temporales o indefinidas.
Monte afirma que delegando se obtienen muchas ventajas, entre ellas liberarse de tiempo (para ocuparse del largo plazo), mejorar el servicio al cliente (los clientes aprecian que los empleados tomen decisiones), mayor flexibilidad en los colaboradores y velocidad en la toma de decisiones, entre otras.
Delegar, en síntesis, funciona como un poderoso estímulo para los demás.
Qué delegar y qué no
Como líder de un equipo habría que saber que hay cosas que conviene delegar y otras que no.
Entre las que convendría delegar figuran: trabajos rutinarios, actividades especializadas, cuestiones privadas y trabajos preparatorios.
Entre las tareas que conviene no delegar están: establecimiento de metas, estrategias, control de resultados, tareas de alto grado de riesgo, asuntos urgentes y tareas confidenciales.
Cómo delegar efectivamente
- Definir qué delegar: para ello conviene preguntarse si la tarea en cuestión es importante y urgente. Si la respuesta fuera: es urgente, pero no es importante, se puede delegar.
- A quién se va a delegar: para ello habría que responderse algunas preguntas. Qué habilidad se necesita para ese trabajo; quién está disponible para hacerlo; quién puede hacerlo; quién tiene actitud para hacerlo; quién tiene pocas competencias, pero nos gustaría que crezca y, por último, preguntarse si, en caso de fallar, se puede reparar el daño.
- Ser claros respecto del resultado que se espera
- Motivar y transmitir confianza
- Revisar y hacer seguimiento ¡Siempre!
- Reconocer y compartir resultados
Dicho todo esto ¿Es posible delegar de forma efectiva? Sí, de hecho, muchas empresas ya lo hacen.
Tu opinión enriquece este artículo: