Sus comienzos se remontan a la década del 40, y desde entonces se ha ido desarrollando fuertemente. En un principio, cada fabricante creaba sus propios protocolos de comunicación entre lectores y tags, pero en las últimas décadas se han ido desarrollando una serie de estándares para que la interoperabilidad sea posible, así como distintas frecuencias de operación, cada una con sus particularidades.
Hoy en día, esta tecnología está muy madura, sobre todo en lo que respecta a UHF (Ultra High Frequency): lectores en esta banda de frecuencia de a poco están siendo utilizados en aplicaciones donde antes reinaban los de LF (Low Frequency) o HF (High Frequency). Esto se debe no solo a la mejora en su performance de lectura, sino también a la baja de los costos del hardware.
Por sus características, la RFID tiene muchas ventajas respecto al código de barras: los tags de RFID pueden ser leídos a largas distancias, pueden estar ocultos, soportar lectura simultánea de cientos de ellos por segundos, y los datos almacenados pueden modificarse. Estas características permiten que la tecnología se adapte muy bien a la automatización de procesos, a sistemas de trazabilidad, toma de inventarios, etc.
La posibilidad de independizar ciertas acciones que generalmente son realizadas por personas, como registrar procesos productivos por medio del ingreso manual de datos, verificaciones visuales, conteos, etc, es fundamental para la reducción de errores y, por consiguiente, obtener un aumento en la productividad.
Cabe destacar que la RFID no solo es aplicable en procesos industriales, también se extiende a los procesos logísticos y venta minorista, para abarcar toda la cadena de suministro.
Por ejemplo, desde Grupo Hasar -una empresa Argentina que tiene además oficinas en Chile, México, Perú, Uruguay y Estados Unidos-, ofrecen una variedad de soluciones basadas en RFID en cada país. Se han implementado soluciones para el control de instrumental médico de alto valor en clínicas médicas, rastreo de notebooks en empresas, rastreo de herramientas y resurtido de repuestos en automotrices y control de envíos en centros de distribución. Por otra parte, en la industria de la indumentaria se aplica para soluciones que van desde la fabricación a la facturación en puntos de venta y también se utiliza en la industria de la construcción, en el control de acceso de vehículos, etc.
La evolución de esta tecnología hace que resulte cada vez más aplicable: por un lado, la baja en el costo del hardware y, por otro, la mejora paulatina de la performance de lectura –se perfeccionaron los lectores y también los tags-, permiten obtener mejores rendimientos en aplicaciones donde la exigencia es alta. Un ejemplo es la identificación de neumáticos en camiones de flota. Por su característica, la lectura de un neumático identificado con un tag de RFID supone un gran desafío, pero la evolución de la tecnología hoy lo hace posible.
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