El Gobierno respira por la menor demanda de pagos de importaciones de energía con la llegada de la primavera pero el crecimiento de la producción y las exportaciones tienen un techo en la disponibilidad de dólares.
La "sequía de reservas" obligó al Gobierno a establecer prioridades, una situación que pone en riesgo a los sectores que demandan insumos importados para producir tanto bienes como servicios, destinados al mercado local o al exterior.
La Argentina enfrenta un escenario de oportunidades, en un mundo que demanda alimento y energía, con varias limitaciones. Desde la necesidad de acumular reservas para fortalecer la posición del Banco Central, estabilizar la moneda local, frenar corridas financieras y disuadir maniobras de sub y sobrefacturación.
Además, de achicar el déficit fiscal y frenar la emisión de pesos y, en simultáneo, recomponer salarios. Todos factores que contribuyen en menor o mayor medida a la escalada de la inflación que ya se estima en más de 90 % para los 12 meses de 2022, pero encienden alerta en los sectores de la producción.
¿Recuperación, reactivación o crecimiento?
Luego del parate histórico que sufrió la actividad productiva, en 2020, -por la crisis del Covid - 19 y las restricciones a la circulación - que tiraron 9 puntos hacia abajo el PBI, en 2021 la caída se revirtió con sólo un punto a favor (10 %) respecto a la pérdida registrada.
Para 2022, las expectativas de expansión se moderaron en torno al 3% pero siempre con incógnita respecto a cuánto de esa actividad responde a recuperación o si se puede confirmar un crecimiento genuino.
En este sentido, la limitación sobre las compras en el exterior que el Gobierno profundizó en el segundo trimestre del año, comienza a mostrar su efecto: entre diciembre y mayo (último dato), los Servicios mostraron una expansión del 2,6% en la serie desestacionalizada, al tiempo que los Bienes se expandieron por debajo (+0,8%), refleja un informe de Ecolatina que analiza qué sectores se ven más afectados por las restricciones para importar.
"Así -aclara-, la brecha entre Bienes y Servicios llega a mínimos desde el inicio de la pandemia" y explica que con la eliminación completa de las restricciones sanitarias y el impulso provisto por el programa Previaje, en la primera parte del año fueron los Servicios más ligados a la presencialidad los que lideraron la reactivación económica, especialmente aquellos asociados al ocio y esparcimiento (hoteles, restaurantes, entretenimiento), que todavía se veían muy por debajo de los niveles pre-pandemia al cierre del año pasado.
Servicios sobre bienes
En promedio, 10% de los insumos utilizados en los procesos de producción (de consumo intermedio) orientados a abastecer el consumo local se obtienen mediante importaciones. Sin embargo, aclara que existen importantes disparidades entre sectores, donde los Bienes (12%) exponen una mayor necesidad que los Servicios (8%).
Adentrándose en un análisis sectorial, las principales ramas que requieren una mayor proporción de importaciones para su funcionamiento son la Industria (16%), Petróleo, Gas y Minería (15%) y Comercio (14%), mientras que sectores como Hoteles y Restaurantes o Servicios comunitarios, sociales y personales ("otros servicios presenciales") muestran una proporción mínima.
Como antecedente, el análisis se remite a lo ocurrido en octubre 2021, cuando la restricción al pago anticipado de importaciones indujo una fuerte caída mensual de 6,1%, desestacionalizado, según el Índice de Producción Industrial.
En este sentido, desde Ecolatina, apuntan que los sectores que estarían menos afectados directamente por la restricción a las importaciones son los que tienen más terreno por recuperar en relación con los niveles pre-pandemia.
No obstante, advierte que en conjunto estas ramas representan alrededor del 12% de la actividad económica, por lo que, según indica, "no es de esperar que aporten a la economía en la misma magnitud que lo vinieron haciendo la Industria o el Comercio (que conjuntamente representan el 37% y explicaron en 2021 más del 40% del crecimiento del año)".
Por la heterogeneidad y participación en la cadena de valor de múltiples sectores, la Industria precisa de un análisis por separado. El rubro de Equipos informáticos, electrónicos y ópticos y Equipo eléctrico, Maquinaria y equipo y Químicos son los que requieren una elevada proporción de insumos importados para producir: 61%, 42% y 38% en relación con su consumo intermedio, respectivamente.
Y, en el otro extremo, entre las de menor dependencia directa de las compras externas, ubica a Alimentos y bebidas (0,8%) y refinación de petróleo (5,2%).
Al mundo
Por último, el informe apunta a una consecuencia que por momentos pasa inadvertida: las exportaciones. "Para sostener las ventas hacia el resto del mundo el país necesita aumentar las importaciones de insumos requeridos para la producción de bienes y servicios: en promedio, cada dólar exportado por Argentina cuenta con casi 11 centavos de contenido importado", revela.
Los sectores con mayor contenido importado en sus exportaciones son, nuevamente, los asociados a Equipos informáticos, electrónicos y ópticos (31%), Automotriz (28%), Otro equipo de transporte (25%) y Maquinaria y equipo (22%). Lo mismo ocurre con las ramas industriales ligadas al Caucho y plástico y a los Químicos (en torno al 20%).
Al mismo tiempo, el documento refleja que mientras que en Argentina el 8,5% de lo producido es enviado al resto del mundo, los sectores con mayor orientación exportadora, en base a su relevancia y potencial son Automotriz (38%), Servicios IT (software y programación, 24%), Petróleo, Gas y Minería (20%) y la industria de Alimentos y bebidas (19%).
Este último sector -uno de los más competitivos de la economía argentina- se destaca por ser de los menos demandantes de importaciones para abastecer al mercado interno (equivalen a 0,8% de su consumo intermedio), pero sus exportaciones llevan 7,4% de contenido importado. Por eso el informe advierte que "para las exportaciones agroindustriales resulta mucho más relevante el acceso a importaciones para exportar que para producir localmente".
Como revela el estudio, la relación entre importaciones, producción y exportaciones está estrechamente ligada, por eso, al cerrar el grifo de dólares para los sectores productivos el Gobierno asume riesgos.
Los sectores más dependientes de insumos importados enfrentan "cuellos de botella", lo que puede representar una caída en los niveles de actividad, por un lado, y mayor inflación a partir de la necesidad de recurrir a dólares financieros para pagar insumos.
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