Hay varios factores que convergen en un regreso a los mosaicos tradicionales y –sobre todo- a la creciente preferencia de pequeñas y grandes obras a usar los compactos JB que desarrolla Blangino: la tendencia de hacer cosas para que se rompan y recambien se topó con una fuerte corriente de sustentabilidad y –en muchos casos- empresarios públicos y administradores privados privilegian productos que “aguanten”, aunque eso implique un poco más de costo.
La empresa Blangino resistió el tsunami que implicó en la construcción la llegada de los pisos cerámicos y en vez de convertirse a ese “credo”, innovó: desarrolló sus mosaicos compactos JB que compiten en facilidad de colocación y diseño y mantuvo sus líneas tradicionales de mosaicos más económicos.
Hoy Blangino tiene una planta con capacidad de producción de 4 millones de m2 al año y está sumando maquinaria para estirar un 30% más su volumen.
Te diría que el freno que se empezó a sentir en los últimos meses nos vino bien, porque veníamos debiendo material y nos pudimos poner al día”, explican con llaneza los Blangino.
Optimistas e innovadores por naturaleza, los dueños de la empresa con planta industrial en Monte Cristo creen que la construcción repuntará en los próximos meses y apuestan a un nuevo local propio en Córdoba, justo frente al Carrefour (y Sodimac) de Av. Colón. Allí tienen muestras de todos sus 400 productos y una ventaja adicional: un persona puede ir con su muestra de mosaico antiguo y conseguir que se lo fabriquen personalizado.
- ¿Cuánto es el mínimo que hacen?, le preguntaron.
- Hemos hecho tres mosaicos a una familia que le habían cambiado un pedazo de caño en la cocina.
El mercado de pisos y revestimientos de Argentina demanda –al año- unos 35 millones de m2, de los cuales entre 10 y 13% abastece Blangino. Si tomamos sólo el mercado de los mosaicos (excluyendo maderas y cerámis), el share de la empresa cordobesa salta al 60%.
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