En menos de una semana, el gobernador Juan Schiaretti ofrecerá su discurso frente a la asamblea legislativa inaugurando el periodo ordinario.
Hay gran expectativa en torno al mensaje político que dará; se trata del único jefe del PJ aún no alineado públicamente con el gobierno de Alberto Fernández por lo que gran parte de su dirigencia espera coordenadas en ese sentido.
Y aunque se descuenta que habrá una exaltación del cordobesismo como viene ocurriendo desde hace años, desde la Rosada esperan alguna señal que les permita avanzar en su proyecto político para poder contar como aliada a la segunda provincia más importante del país.
Lo cierto es que, en su segundo periodo consecutivo, Schiaretti gobierna con la suma del poder público provincial y con la particularidad de haber recuperado con Hacemos por Córdoba, también la ciudad Capital.
El triunfo del pasado 12 de mayo lo dejó con una aplastante mayoría en el órgano parlamentario provincial: el oficialismo se quedó con 51 de las 70 bancas. Y como si eso fuera poco, en frente tiene a una oposición desorganizada y totalmente fraccionada.
Es decir, el escenario para administrar Córdoba no podría ser más óptimo para el oficialismo. Sin embargo, sus propios actores advierten un frente que, de no ser controlado, podría desencadenar algunos incendios. “El primer escollo a superar en la Legislatura seremos nosotros mismos”, bromeó un alto funcionario schiarettista.
Ocurre que el bloque de HPC quedó compuesto por distintas facciones del peronismo cordobés que hoy se mueven con intereses distintos y que miran el 2021 y el ´23 con criterios diferentes. A eso, hay que sumarle a los representantes de otros sellos aliados que jugaron con Schiaretti en los comicios.
El primer desafío será entonces, que el oficialismo pueda mantener su cohesión interna evitando fracturas y permanentes amenazas de bombas. Por eso, el gobernador puso al frente del bloque a un dialoguista como Francisco Fortuna quien junto al ya experimentado Oscar González serán los encargados de mantener el equilibrio intramuros. Si bien hay muchos que se adelantan y aseguran que la sangre no llegará al río, reconocen que mantener la armonía no le será gratis al gobernador.
Por ahora, el debut de este nuevo pelotón de legisladores fue sin sobresaltos. Sin embargo, la disputa inmediata que asoma será por las presidencias de las comisiones.
En esa paleta multicolor están quienes responden directamente al intendente Martín Llaryora como Juan Manuel Cid o Alejandra Piasco; el jefe comunal es hoy un socio indiscutido de Schiaretti por lo que pocos imaginan cortocircutos en ese frente. Sin embargo, el sanfrancisqueño también jugará sus cartas pensando en los próximos cuatro años y en el proceso de renovación del PJ que se viene.
Otro nutrido sector responde hoy a Carlos Caserio, senador nacional y hombre de Alberto Fernández en Córdoba. Se sabe, tras su salida de la presidencia del PJ Córdoba, el dirigente de Punilla está trazando su propio juego en concordancia con los proyectos que el Frente de Todos tiene para la provincia. En la bancada local lo representan su hija, Mariana Caserio, Tania Kyshakevych, Carlos Presas, Rodrigo Rufeil, entre otros. Por ahora, esta ala de Hacemos por Córdoba no levantó polvareda ni habló de escindirse, sin embargo, todo quedará sujeto a las directivas de Caserio. Las elecciones internas del partido podrían ser el primer termómetro para saber cómo se moverá el caserismo/albertismo en Córdoba.
En tanto, el progresismo está representado por Matías Chamorro del Socialismo y Doris Mansilla del GEN, dos sectores que fueron parte de la alianza provincial. SI bien ambos dirigentes pertenecen a partidos distintos se descuenta que jugarán en tándem y no es difícil imaginar que serán los que más se despeguen del resto frente a los proyectos conocidos como “anti populares”.
Por otro lado, la expresión delasotista en la Legislatura será encarnada por la hija del ex gobernador, Natalia de la Sota. La ex concejala ya había comenzado a fortalecer su trabajo territorial provincial el año pasado y, según sostienen desde su entorno, continuará en esa línea. Si bien la mujer tuvo su foto con el presidente Alberto Fernández y su nombre sonó para alguna repartición nacional, -dicen- cumplirá su mandato legislativo. Aun así, su proyecto político personal es algo incierto para algunos schiarettistas que la anotan en la carrera por la sucesión.
Otro sector que no representa una amenaza en términos de ruptura interna pero que ya avisó que exigirá mayor protagonismo, es el que representa a la Capital cordobesa. Son once y responden a la actual diputada nacional, Alejandra Vigo. Después de décadas, el PJ se quedó con la banca por el principal distrito que hoy es ocupada por Leonardo Limia, por lo que la dirigencia capitalina se muestra dispuesta a exprimir políticamente al máximo ese lugar. Allí se anotan Nadia Fernández, Diego Hak, Carlos Lencinas, Walter Ramallo, Cristina Pereyra, Carmen Suárez, Patricio Serrano, entre otros. Se trata de un grupo de dirigentes ya venía trabajando fuertemente en la Capital y que le aportó el aparato territorial a la candidatura de Llaryora. Ahora, se proponen articular entre la Municipalidad con la Provincia.
Frente a este panorama de composición del bloque, el principal reto que deberá enfrentar el oficialismo es subsistir a las fricciones internas y controlar las jugadas políticas de cada clan dentro de Hacemos por Córdoba.
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