El equipo de Sanatorio Allende
Tomás Allende: “El año, como en todos los sectores, arrancó con sus particularidades del caso, cada actor -y en general nos sucede a casi todos- creemos que nuestro sector es el más complejo. Lo cierto es que en el nuestro la complejidad particular está en el precio, ya que el mismo es una política de Estado para tratar de contener la inflación, y esta política hace que se traten de congelar, y la salud está dentro de la canasta básica que mide el Indec. Por lo tanto, está dentro de los intereses del gobierno que en este rubro no suban los precios. Entonces, la problemática del mercado es que el gobierno no permite subir los precios a los prepagos y éstos son nuestros principales clientes, y si ellos no suben sus precios, nosotros no podemos subir los nuestros, que son sus costos. Somos un sándwich, si no nos suben los precios, no podemos afrontar los costos que si suben. Por ejemplo, el 60% de nuestro costo es laboral y las paritarias aumentaron 33%.
Para adecuarse a esto hay distintas formas, la más fácil -y la peor de todas- es bajar la calidad, pero sería muy malo frente a los clientes. Entonces nuestra opción es luchar para hacer valer que nuestro servicio es tan bueno como para que nos suban el precio; y otra opción que tomamos --que prácticamente no nos quedó otra- es la de subir la tasa de ocupación, ya que mientras más la ocupás más diluís los costos fijos.
La única forma de lograr esto es con una política a larguísimo plazo, de diferenciación, intentar que nos elijan, y mientras más te diferencias más te eligen. Nosotros nacimos en una cultura en la que decían que la mejor publicidad es buena medicina. Para lograr este objetivo nuestro secreto es la gente, construir un edificio o comprar tecnología puede hacerlo cualquiera, lo único que no es copiable son los recursos humanos -médicos y no médicos- entonces nos concentramos mucho en el armado de equipos”.
Tomás Allende: “El año, como en todos los sectores, arrancó con sus particularidades del caso, cada actor -y en general nos sucede a casi todos- creemos que nuestro sector es el más complejo. Lo cierto es que en el nuestro la complejidad particular está en el precio, ya que el mismo es una política de Estado para tratar de contener la inflación, y esta política hace que se traten de congelar, y la salud está dentro de la canasta básica que mide el Indec. Por lo tanto, está dentro de los intereses del gobierno que en este rubro no suban los precios. Entonces, la problemática del mercado es que el gobierno no permite subir los precios a los prepagos y éstos son nuestros principales clientes, y si ellos no suben sus precios, nosotros no podemos subir los nuestros, que son sus costos. Somos un sándwich, si no nos suben los precios, no podemos afrontar los costos que si suben. Por ejemplo, el 60% de nuestro costo es laboral y las paritarias aumentaron 33%.
Para adecuarse a esto hay distintas formas, la más fácil -y la peor de todas- es bajar la calidad, pero sería muy malo frente a los clientes. Entonces nuestra opción es luchar para hacer valer que nuestro servicio es tan bueno como para que nos suban el precio; y otra opción que tomamos --que prácticamente no nos quedó otra- es la de subir la tasa de ocupación, ya que mientras más la ocupás más diluís los costos fijos.
La única forma de lograr esto es con una política a larguísimo plazo, de diferenciación, intentar que nos elijan, y mientras más te diferencias más te eligen. Nosotros nacimos en una cultura en la que decían que la mejor publicidad es buena medicina. Para lograr este objetivo nuestro secreto es la gente, construir un edificio o comprar tecnología puede hacerlo cualquiera, lo único que no es copiable son los recursos humanos -médicos y no médicos- entonces nos concentramos mucho en el armado de equipos”.