Desde la tierra de los dinosaurios
El abuelo de Roberto Schroeder fue un inmigrante alemán que trabajó en una bodega patagónica a principios del siglo pasado. En cambio, su padre fue médico y desarrolló centros de diagnóstico, clínica y negocios vinculados a la salud en Neuquén y Cipolletti. Con la vuelta de los años, la familia Schroeder volvió a los vinos, aunque también incursionan en el negocio de frutas y los medios de comunicación (son dueños de La Mañana de Neuquén, LU5 y otras emisoras).
Cordobés de nacimiento, Roberto también estudió en la ciudad (fue liceísta y cursó la universidad aquí), a punto tal que para él la Av. Roque Funes sigue siendo “la calle 10”, como para muchos cordobeses de la zona.
Afincando en Neuquén (pero casado con una cordobesa), el presidente de la Bodega Familia Schroeder explica por qué apuestan a ser una bodega de escala pequeña (2 millones de botellas al año), donde la mitad de la producción se exporta y donde los vinos y los espumantes se dividen casi en partes iguales.
El abuelo de Roberto Schroeder fue un inmigrante alemán que trabajó en una bodega patagónica a principios del siglo pasado. En cambio, su padre fue médico y desarrolló centros de diagnóstico, clínica y negocios vinculados a la salud en Neuquén y Cipolletti. Con la vuelta de los años, la familia Schroeder volvió a los vinos, aunque también incursionan en el negocio de frutas y los medios de comunicación (son dueños de La Mañana de Neuquén, LU5 y otras emisoras).
Cordobés de nacimiento, Roberto también estudió en la ciudad (fue liceísta y cursó la universidad aquí), a punto tal que para él la Av. Roque Funes sigue siendo “la calle 10”, como para muchos cordobeses de la zona.
Afincando en Neuquén (pero casado con una cordobesa), el presidente de la Bodega Familia Schroeder explica por qué apuestan a ser una bodega de escala pequeña (2 millones de botellas al año), donde la mitad de la producción se exporta y donde los vinos y los espumantes se dividen casi en partes iguales.